miércoles, 5 de noviembre de 2008

Los Campos de la Michelin

DIA: DOMINGO 07-09-2008
TRAYECTO: RONDONOPOLIS – SONORA
HORA SALIDA: 8:30 AM
KMS. RECORRIDOS: 148 kms.
TIEMPO: SOLEADO
CARRETERA: BUENA


Rosaguiver opina:

A pesar de que todo me fue revisado y encontrándome 10 puntos, pues tampoco soy infalible y los años no pasan en balde. He tratado de ser lo suficientemente fuerte y ágil a pesar de todo lo que llevaba a cuestas y sin poder evitarlo algo que no pude controlar, entre tanto traqueteo, sube y baja, caminos de tierra y golpes de viento, quince días de rodar y rodar sin parar. Hasta yo necesitaba un descanso, quise evitarlo y aguanté lo más que pude, esforzándome por no dejar a mi ama y sus chicos en medio de la nada.
Hice de vista gorda cuando comenzamos a pasar huecos y huecos, algunos medio rápido para mi gusto. No pinché ni una sola vez ninguno de mis zapatos, no me quejé cuando otros me guiaron con poco afecto para subirme y bajarme de la balsa. Me usaron de ropero, de caja de herramientas, todo lo metían dentro, de colgador de ropa, mesa y lo que fuera necesario. Luego me pasaron por un camino que madre mía, si no se me aflojaron todos los tornillos, es por que estaban de más de apretados. No me quejo, ehhh… Después me lavaron y me ordenaron. Los chicos pudieron divertirse en el asiento de atrás jugando y cómodos todos siempre viajaron. No sé si otros autos se portarían tan bien como yo y con la edad que tengo. Al menos me fotografiaban en todos lados, así que también soy famoso fuera de mi país de origen.
Casi, casi no se dan cuenta que ya había dejado de funcionar el ventilador, alborotados como estaban viendo los camiones y el polvo que se metía por todos mis recovecos. Supongo que siempre hay algo superior que los humanos llaman casualidad que los impulsó a pararse a sacarme una foto y ahí se dieron cuenta de que algo estaba mal en mi. Por lo menos iba a descansar todo un día, ja…..
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Hay momentos en que por tu mente pasa un pensamiento que te indica con fuerza que no hagas algo en particular. Desde que Rosaguiver comenzó a lloriquear que algo le dolía, mi intuición me decía que parara y buscara la manera de curarlo. Pero también trataba de no mostrarme preocupada en demasía para no asustar a los chicos. Al llegar a Rondonópolis, bien podíamos habernos quedado en el hotel, o salir en un taxi a conocer la ciudad y esperar al lunes para arreglar el auto. Pero tanto los chicos como yo, sentimos una vez más que en el camino estaríamos seguros. Era domingo y pensamos que la ruta estaría un poco más despejada y podríamos avanzar bastante. Cosa que no pasó, era el día de la Independencia en Brasil y había tanto tráfico como cualquier otro día. Más que nada los camiones, ya habíamos perdido la cuenta de cuantos pasamos y nos pasaron. Con todo tipo de carga, color y modelo. Nos habían comentado que pasaríamos por los campos de la Michellin, que nos daríamos cuenta por el color de los árboles con un intenso verde después de pasar los campos de caña de azúcar. Pero pasaban y pasaban los kilómetros y nada. Los paisajes eran hermosos, como los que uno ve en los cuadros y fotos y siempre piensas que son irreales, que los inventó el pintor. Pues uno siempre cree que tanta belleza de la naturaleza es imposible.
Pero como decía mi papá, la realidad supera la ficción. No hubo un momento de nuestro viaje en que no nos pareciera maravilloso todo lo que nuestros ojos podían abarcar. El día estaba de un clima inmejorable, sin mucho calor, pero muy despejado, especial para viajar. Aún no había llegado la hora en que gruñen los estómagos y se hizo fácil rodar. Siempre controlando la temperatura de Rosaguiver o cualquier señal que me hiciera saber que algo andaba mal. Todo estaba bien, entre comillas….
De repente, a lo lejos se comenzó a ver una gran extensión de árboles muy verdes y tan parejitos, que ni con regla los hubieran colocado mejor, supimos que esos eran los famosos campos de caucho con que se fabrican los neumáticos Michelin, de una extensión de 15 Kms de largo por 45 Kms, hacia campo adentro. Enfrente, del otro lado de la ruta, incontables plantaciones de caña de azúcar. El contraste de colores tan magnífico, que aunque sabemos que está la mano del hombre de por medio. Solo la naturaleza puede dar ese verde intenso de las hojas de los árboles sobre la tierra roja y por el otro el amarillo de las cañas, sombreado con el azul de un inmenso cielo.
Seguramente nos parecíamos a los niños de las tiras cómicas, con nuestros ojos grandes tratando de que nada se perdiera de nuestra vista y la boca abierta haciendo un coro de cuatro voces de ¡Ohhhh! Buscando plasmarla en un momento eterno en nuestra memoria.
Aníbal con la video cámara buscaba que esos momentos tuvieran un respaldo adicional en nuestra aventura. Tan absortos estábamos en el paisaje que apenas nos dimos cuenta cuando llegamos a una gran cola de camiones y que no llegábamos a ver cuan larga era. Obviamente nos situamos en último lugar. Una pequeña mancha rosa, chiquita como una perlita en medio de gigantes. No estuvimos más de 3 minutos cuando se nos acercó un camionero brasilero y nos explico que podíamos adelantarnos tomando una calle que bordeaba la ruta, ya que eran aproximadamente 12 kms, de cola de camiones. Y que eso se debía a que en ese punto adelante hay un control fiscal de los camioneros, pero que nosotros no necesitábamos chequear allí.
Así que manos a la obra y comenzamos a rodar paralelos a la ruta, asombrados de ver que no había ni un pequeño lugar por donde pasar entre los camiones, por la ruta no se podía transitar, ya que ellos ocupaban el lado derecho, algunos apenas tocaban un poco del hombrillo o banquina. Y por el lado contrario que no estaba obstruida pasaban los camiones que venían en sentido contrario y no era precisamente despacio. No te daban tiempo siquiera a buscar donde apartarte si elegías circular por allí.
Calculamos que eran más o menos unos 1200 camiones, dentro de los cuales tres o cuatro coches que tuvimos que buscar por el lado alterno para pasar o sino quedarnos todo el día en la cola. Era domingo y día de la Independencia, lo que hacía que ese punto de control fuera lento. Todo formaba parte de nuestra aventura, ya que al principio el camino era asfaltado pero duro muy poquito y pasamos a uno de tierra muy seca y con mucho polvo que también pronto se acabó y no sabíamos por donde salir. En eso nos dimos cuenta que algunos camiones se estaban moviendo y saltamos rápidamente a la ruta, hasta que se paró nuevamente la cola. En este punto tratamos de circular por el hombrillo lo más que nos dejaban los camiones. Viendo que los camioneros y sus acompañantes nos saludaban y se reían de nuestro Rosaguiver. Por supuesto no faltaban palabras de aliento y hasta aplausos.
No fue fácil este pequeño tramo, pero si muy divertido, volvimos a sortear por donde pasar y encontramos que había otro camino de tierra del lado izquierdo y hacia allá nos fuimos, pero este tenía más polvo aún, y que como nosotros no podíamos ir demasiado rápido por los huecos, los pocos coches que nos pasaban nos inundaban de una nube de polvo rojo que nos impedía siquiera ver por donde íbamos. El vidrio trasero se convirtió en rojo y entre nosotros el polvo, ni cerrando los vidrios podíamos impedir que este entrara. Entre tantos recovecos de Rosaguiver se filtraba y nos invadía pintándonos a todos de un hermoso y nuevo color de piel. Ni hablar de que también comenzaron a oirse los estornudos y las toses.
Con todo y esta dificultad, nos estábamos divirtiendo de lo lindo, supongo que hasta Rosaguiver, pues no daba muestras de que se sintiera mal. Cuando vislumbramos el final de la tan larga cola, al llegar al famoso puesto fiscal, se oyó el coro de voces que gritaron “!al fin!”. Creo que este trayecto de apenas doce kilómetros nos habrá tomado una hora. Iba yo a seguir, emocionada por el asfalto libre de obstáculos, cuando se me ocurrió que debíamos parar y tomarnos una foto todos llenos de polvo. Así que a menos de un kilómetro del puesto me orillé en una saliente al borde de la ruta.
Todos nos bajamos a observar como había quedado Rosaguiver inundado de polvo rojo que hacía un hermoso contraste con su piel rosada, cuando me percaté de que no funcionaba el electro ventilador. Avisé a Aníbal y nos dispusimos s ver que le ocurría, con la no tan grata sorpresa de saber que se había quemado, estaba trancado y echando humo por los cables.



2 comentarios:

La Turca y sus viajes dijo...

Hola!!!!!!!!!

Igual él esta lindo, lindo, dale un respiro..........

suerte para los cuato, si pasan por Pehuajo, Provincia de Buenos Aires Argentina, acordate de visitarme.

Un besote y abrazo de oso.

Uma dijo...

UUHHHH, estoy ansiosa por saber de la "salud" de Rosaguiver....
Te compadezco andar por esos caminos polvorientos y encima llenos de pozos.... jaja
Besos "colorados"..