sábado, 10 de enero de 2009

Un Lugar para Descansar



DIA: LUNES 08-09-2008
TRAYECTO: LLEGADA A CAMPO GRANDE
HORA: 9:00 PM
La noche nos envolvía poco a poco y el camino parecía nunca acabarse, aunque eran pocos los kilómetros que habíamos avanzado en los últimos tres días. Nuestro anhelo por llegar a la siguiente ciudad se tornaba en una nueva frustración. Un sentimiento de apego nos comenzaba a doler a todos, al saber que con cada ciudad que transitábamos nos acercábamos a nuestro objetivo, llegar a la frontera argentina y nos alejaba de este inmenso país, en donde siempre nos sentimos tranquilos y contentos. La gente que siempre estaba dispuesta a ayudarnos, y reirse de nuestra pronunciación torpe, pero la que nos hacía comunicarnos. Descubrir nuevas costumbres, nuevos sabores, nuevas personas.
Que nos esperaba más adelante, era siempre una incógnita que nos ayudaba a mantenernos entretenidos y disipar los temores de la noche y la ruta. En cada curva, cada subida, conteníamos el aliento, ansiando ver las luces que nos daban la tranquilidad de llegar. Pero nunca nos esperamos ver en el horizonte oscuro, millones de lucecitas que nos decían que ya estábamos llegando. Nos sorprendió el rio de luces inmenso e infinito que era la Ciudad de Campo Grande. Creo que todos dejamos de respirar por un minuto, pensando como haríamos en tan impresionante lugar para encontrar un alojamiento acorde a nuestras necesidades. Recordando lo brusco que fue nuestra llegada a Manaus y que no tuvimos la oportunidad de ver de lejos, escondida entre montañas.
Brasil, ruta amiga, provee a los viajeros de la oportunidad de elegir si deseas penetrar en sus grandes ciudades, O quedarte en las afueras. Tratando de no alejarnos de la ruta, muchas veces siguiendo a los camiones, ya que sabíamos que estos nos guiaban por el camino correcto, no tuvimos más remedio que entrar a la autopista. Pero esta vez los hoteles que pasábamos, nos decían con sus marquesinas, que no estaban a nuestro alcance. Rodando a ver que habría más adelante, sin querer nos estábamos alejando.
A preguntar se ha dicho, como tantas veces, con gestos y sonrisas para crear confianza. Nos dirigimos a donde nos habían indicado, más de afuera no nos pareció lo que buscábamos y decidimos ir a ver uno en la ruta. El único que nos había parecido aceptable, Grande Anel, fue en el que nos quedamos. Casitas tipo apartamentos, con el auto al frente, restaurant en la recepción y acceso a Internet. La tecnología que desesperadamente buscábamos para comunicarnos con nuestros seres amados, que ansiosos como nosotros; anhelaban nuestras noticias. Cómodas camas para descansar nuestros ateridos cuerpos, una ducha refrescante y una comida completa en nuestros estómagos. Y planificar con nostalgia nuestro siguiente y penúltimo tramo en Brasil.
Cada noche trataba infructuosamente de estar despierta para escribir las experiencias vividas, pero esperando que los chicos dejaran la laptop, yo caía siempre en brazos de Morfeo tan profundamente que he sido objeto de las fotos sorpresa de mis chicos y luego de las burlas de mis “ronquidos”, pues yo no ronco, ja ja. Así sería el agotamiento que hasta con la boca cerrada entre raros sonidos, quizá contaba mi historia.
Con esto quiero explicar que Rosaventura duró pocos días, el contárselas ha sido más largo, ya que aún hoy la estoy escribiendo y reviviendo, con pasión cada día viajado. Lo que pretendí fueran las noticias de viaje, se ha convertido en una pobre historia de suspenso para muchos. Hoy no poseo muchas de las cosas que antes tuve, como el maravilloso Internet las 24 horas a mi disposición. Y aún cuando mi aventura no ha terminado, puesto que se ha transformado en otra, sigo trayéndoles a los pocos que quizá hoy me siguen, lo que resta.