miércoles, 3 de septiembre de 2008

Nuestra aventura ya comenzó

Salida Puerto Ordaz - Venezuela

24-08-2008 - 6:30 AM

Primera parada: Santa Elena de Uairén

Segunda parada: Boa Vista - Brasil

Kms. recorridos: Aprox. 900 Kms.

Clima: Soleado y lluvioso




Nuestra aventura ya comenzó, aún no lo podemos creer, es como estar en las nubes y poder tocar el cielo. Para aquellos que apenas comienzan a seguir este viaje aventura, ahora escribiré en plural, ya que somos cuatro y todos formamos parte de este maravilloso sueño. Mónica (mi hija 13 años), Martín (mi hijo 10 años), Aníbal (mi sobrino 18 años) y yo.
Los preparativos fueron una parte crucial en el desempeño y concertación del viaje, había que prever todas las dificultades posibles para que nada fallara al final. Más siempre quedan cabos sueltos que por apuro o estrés no pensamos en ello.
Un breve resumen de nuestra partida desde Puerto Ordaz – Venezuela, era soltar mis anclas, no fue realmente nada fácil terminar de preparar las cosas que me iban a acompañar, el espacio era poco y mis recuerdos muchos. Rios de lágrimas y desesperación por tener que dejar lo que no quería dejar. La decisión turbo mi felicidad de última hora, mis nervios llegaron al máximo punto y creí desfallecer. Pero siempre conté con todo el apoyo de mis hijos, mi hermano, mi cuñada, mis sobrinos y mi esposo, que en todo momento me dieron aliento y fuerzas. También mis amigos y compañeros de trabajo, y la gente que a través de Internet con cariño sincero me alentaron a no decaer.
No pudimos salir el día pautado, las cosas no cabían en el auto, deshacer y hacer todo de nuevo hasta que quedó bien asegurado. Por supuesto, Rosaguiver es super, jamás me falla. Salimos al fin el día domingo 24-08-2008 a las 6 de la mañana, entre llantos y risas, no podía partir sin antes dar un pequeño recorrido por la ciudad que durante 28 años me dio todo lo que yo necesité para ser feliz. Y también para poderme ir…..
El primer viaje lo hicimos desde Pto. Ordaz hasta Santa Elena de Uairén en la frontera con Brasil, no faltaron los inconvenientes. En Tumeremo paramos a reponer gasolina y Martín se percató de que uno de los ganchos del portaequipajes se soltó y la carga se rodó hacia atrás. Superada esta dificultad importante continuamos, Rosaguiver es bien estable y nuestra velocidad llegaba a 120 km/h en la mayoría de la ruta.
No puedo dejar de hacer notar que mi llegada tan esperada a la Sabana superó con creces mis expectativas, luego de vivir 28 años tan cerca de un lugar natural de extrema belleza, fuera el día de mi partida que mis hijos y yo lo conociéramos. Lamentamos no haber podido disfrutar más, pues la noche se acercaba y Venezuela con sus lágrimas de lluvia nos despedía.
La primera noche dormimos en la Posada Isabel, económica y confortable. Nuestros planes fueron cambiando según la necesidad, pasar las cosas de Aníbal a Rosaguiver, puesto que el venía en el auto de Gustavo (mi hermano, quienes nos acompañaron hasta la frontera para la despedida). Entre tratar de conocer la ciudad, desayunar y demás yerba, se nos fue la mañana. Era hora de romper el cordón que nos unía a la costumbre y la comodidad conocida, así que comenzamos a ir hacia la frontera, la lluvia suave que en todo momento nos acompañaba era un signo de que aún no debíamos irnos. No siempre las cosas van a salir a pedir de boca, en la aduana de Venezuela nos informan que necesitamos sacar un permiso para Rosaguiver en la Guardia Nacional. Cuando llego allá, la persona que los emite había salido. Ya era más de medio día y decidimos ir a almorzar para luego regresar por el papel.
Ahora si mis nervios estaban a millón, creo que ni siquiera podía hablar, tal habrá sido la expresión de mi cara que mi cuñada me llamó aparte para darme ánimos. Por supuesto no comí, ansiosa por terminar el papeleo. Obviamente cuando me recibe el funcionario, con cara de ningún amigo por no decir pocos. Pide un documento que yo no llevaba. Lo bueno de contar con gente que te aprecia, es que gracias a esas personas logré tener el documento la misma tarde y finalizar el trámite del Rosaguiver.
La noche ya estaba encima de nuevo y no podíamos partir, ya que toda la información que tenía sobre la ruta nos decía que era muy mala, llena de muchos huecos y obstáculos. Por seguridad es mejor no hacerla de noche. Otra vez nos regresamos al pueblo a buscar donde dormir y comer. Siempre nos cuida alguien allá arriba en el cielo que provee lo que haga falta. Fé nunca me ha faltado, toda mi vida está puesta en este viaje y la certeza de que todo siempre va a salir bien de cualquier forma. Sabemos y estamos seguros que de esta aventura aprenderemos muchas cosas.
Todos mis temores, mis nervios, la ansiedad, despedirme de mi esposo y mi familia, era un momento que no quería vivir, pero sabía que tenía que pasar, el tiempo vuela cuando más quieres que vaya lento. Casi ni un momento tuve de dejarle todo mi amor en un abrazo a Omar, verlo partir solo en un taxi me dolió muy dentro en mi corazón.
Ya más tranquila fuimos pasando uno a uno los controles de aduana, pasaportes y Rosaguiver, todo sin ningún problema. Poco pudimos conocer de la tan famosa Línea entre Brasil y Venezuela, la hora se nos venía encima. Tratamos de arreglar el cuenta kilómetros de Rosaguiver para saber que distancia recorríamos, pero se nos soltó al poco rato. Comenzamos a rodar entre lágrimas y abrazos, encoméndanos a Dios y a la Virgen de Luján a la una de la tarde del día Martes 26 de Agosto del 2008.
Un paisaje de exuberante verdor y una carretera angosta llena de imperfecciones pero que nos permitió rodar a una velocidad más o menos de 100 km/h. La llovizna fue nuestra eterna compañera. Aunque nuestras caras eran de asombro ante lo nuevo, mi pequeño Martín se sintió un poco asustado al comienzo del viaje, su carita expresaba toda la nostalgia y el temor ante lo desconocido, tanto que al poco rato lo venció el cansancio y durmió buena parte del primer recorrido.
Llegamos a Boa Vista rompiendo la tarde y con lluvia, una ciudad pujante, bella, de amplias calles y tráfico regular. Teníamos que buscar a Elmer de Rectifica Central y comenzamos a preguntar. Los chicos se reían de mi al tratar de hacerme entender en un portugués muy malo, pero la gente de Brasil es muy amable y dispuesta a ayudar como sea. Entre señales y palabras dimos algunas vueltas, y unos muchachos en moto que nos tomaron una foto por lo llamativo de Rosaguiver, fueron quienes con gusto nos llevaron al taller de Elmer.
Allí fuimos recibidos con calor de amigos por Elmer y su padre, que nos llevaron al Hotel Barrudada, confortable y sencillo, a pesar de que no tenían habitación para cuatro, nos acomodaron un colchón adicional. Pude estrenar mi tarjeta de crédito en forma internacional y sin ningún tipo de problemas, una gran ventaja ya que aún no tenía dinero brasilero. Quedamos con Elmer para cenar y así cumplir el deseo de Aníbal de ir a una Churrascaría. Allí nos esperaba gran parte del Club de Jeepeiros de Boa Vista, que nos brindaron una calurosa bienvenida y una excelente cena, la cual ellos brindaron.
Ya en el hotel nuevamente, los chicos buscaron a ver si se podían conectar por Internet y yo caí rendida al apoyar la cabeza en la almohada. Temprano me desperté y aproveché para conectarme y pude charlar un ratito con mi esposo. Cuando los niños se le levantaron, bajamos con nuestras cosas para desayunar, despedirnos de Elmer y seguir nuestro camino. Con el Sr. Batista, dueño del Hotel fue que cambié mi primer dinero brasilero y ya casi nos marchábamos a buscar donde desayunar, cuando nos informaron que el desayuno estaba incluido en el precio de la habitación. Así que llenamos nuestros tanques y luego nuevamente con lluvia, partimos. Esta vez le di el volante a Aníbal y fuimos donde Elmer quien había llamado a Ricardo Loras, médico joven y muy simpático que nos dio un pequeño recorrido por Boa Vista. Digo pequeño porque la lluvia se volvió más fuerte y no nos permitió conocer casi nada. Hicimos nuestra primera carga de gasolina y continuamos nuestra ruta rumbo a Manus.