lunes, 6 de octubre de 2008

La paciencia es una virtud.


DIA: VIERNES 29-09-2008
TRAYECTO: MANAUS – PORTO VELHO
HORA SALIDA: 5:30 PM
KMS. RECORRIDOS: Aprox. 1000 kms. De Agua
DIA Y HORA LLEGADA: MARTES 02-09-2008
TIEMPO: MUCHO SOL, MUCHA LLUVIA, FRIO POR LAS NOCHES
CARRETERA: AGUA, AGUA Y MAS AGUA
Trayecto Humaitá a Porto Velho 241 Kms.



El puerto de Manaus es grandísimo, ya habíamos visto una parte. Un malecón interminable, abarrotado de gente, vendedores de todo tipo. Miles y miles de embarcaciones preciosas y llamativas, colores y aromas se confundían, otros de aspecto temeroso pero no menos impresionantes. Gente que viene y va, los que cargan los barcos, los que te venden cualquier cosa, y los que van a viajar con hamacas al hombro, bolsos, colchonetas y todo tipo de equipaje.
En una carrera de tiempo para no perder el barco, nos distribuimos el trabajo sin pensar pero que resultó ser efectivo, ya que hasta nos sobró. Un poco asustados ante lo desconocido y a conciencia de lo que nos esperaba, nos guiaron hasta donde debíamos embarcar. El precio del pasaje incluía el desayuno, almuerzo y cena. Pero nosotros no estábamos del todo preparados para el viaje. A duras penas nos dio tiempo de comprar agua y algo comestible por si acaso.
La sorpresa, bueno, ni tan sorpresa; yo sabía que eso podía suceder. Fue ver la balsa y por donde debíamos subir a Rosaguiver. En efecto por dos tablas, ja!!!! Pero eso no es todo, el supuesto muelle es todo de tablones, que se movían al pasar el auto y debíamos apurarnos pues éramos los últimos para subir. Los chicos se bajaron para filmar y el dueño de la balsa me dijo que ellos mismos subían a Rosaguiver. Primero no me gustó mucho, pero que remedio. Yo estaba super nerviosa de solo pensar que algo malo pasara mientras embarcaban, pero me llamaron para que pagara y para mostrarme la balsa. Donde se come, los baños y donde dormir. El muchacho que subió a Rosaguiver, pues sabe solo eso; subirlos, por que casi me deja sin embrague, no era fácil claro con tanto peso.
Salimos de Manaus navegando por el Río Amazonas ya con la noche encima y un hermoso cielo estrellado y despejado. Ya no quedaba mucho lugar para las hamacas y solo teníamos dos. Debíamos armar una de las carpas, y lo hicimos junto a Rosaguiver que estaba solo y con mucho espacio alrededor. Mónica y Aníbal dormirían en las hamacas en la parte de arriba de la balsa y Martín y yo en la carpa. Todo tuvimos que hacerlo a oscuras por que no nos dejaban prender la lámpara para no molestar al capitán al dirigir de noche. Aún me inclino y me quito el sombrero de como estos hombres navegan por el río Amazonas y el Madeira. El río es sumamente oscuro, y la balsa va sin luces. Cada cierto tiempo el capitán prende un inmenso reflector y enfoca varios puntos en el frente y en los lados, luego lo apaga. La velocidad es aproximadamente 30 kms/h. Donde nosotros estábamos, es decir en el área de carga, junto a unas 50 motos, la mayoría nuevas, cinco vehículos pequeños, una camioneta y cajas y cajas y más cajas de todo tipo de mercancía. Era la punta de la balsa, teníamos mucho espacio de visión y movilidad. También de plaga voladora de todo tipo.
En la oscuridad y con linternas pequeñas para ver donde pisábamos, armamos nuestro campamento para dormir. El baño nos quedaba como a unos 10 metros pasando por el borde de los autos y saltando cosas. Simpáticos estos banheiros, a cada lado del motor de la balsa. De un metro por un metro, ducha y poceta todo juntito, con vibración y aroma a diesel incluida.
La primera noche no fue nada fácil para mi, tener a los chicos separados y lejos, estar en plena oscuridad y confiando en la destreza del capitán. Más que nada que no se quedara dormido. Cada hora me despertaba y miraba el reloj, me salía de la carpa, me fumaba un cigarrillo. Me volvía a acostar, mirar y contar estrellas, dormitar hasta que al fin comenzó el espectáculo del amanecer y ver por donde íbamos. Ya estábamos en el río Madeira que debe su nombre a la interminable cantidad de árboles que hay en cada horilla. El paisaje no cambiaba mucho, agua y más agua, árboles y más árboles. Uno que otro remolcador empujando 3 o 4 gabarras o balsas, llenas de contenedores o camiones. Y también transportando combustible. Eso si, es increíble que cada pocos metros o kms, no puedo asegurarlo. Se veían casitas y casitas, una aquí sola, otras juntas, pero no había lugar donde no hubiera al menos una y siempre habitadas y con antenas tipo parabólica pero pequeñas. Temprano en la mañana de las casitas a orillas del río, las mujeres y las niñas lavando la ropa, los hombres en las plantaciones o en las canoas, buscando el trabajo. En algunas partes las canoas se acercaban a la balsa a buscar algún encargo o comestibles, también subían pasajeros o bajaban. Todo en movimiento y sin ningún percance.
No es el viaje más entretenido del mundo pero había que hacerlo, los horarios de comida nos tenían desfasados de nuestras costumbres, y ante quedarte con hambre o comer, pues será comer a la hora que ellos decían. Esto consistía en:
Desayuno a las 6:00 AM – galletas con mantequilla y café, negro o con leche.
Almuerzo a las 10:30 AM – Arroz, espagueti, pollo guisado.
Cena a las 5:00 PM – Arroz, espagueti, pollo guisado.
En cuatro días el menú apenas variaba y el paisaje tampoco, el clima fue un poco más cambiante. El primer día hizo tanto sol y en la noche tanto frío, que no sabemos si fue eso o el menú lo que enfermó a Aníbal. El segundo día de viaje, mi copiloto tubo fiebre y luego se descompuso del estómago. Esto me puso bastante nerviosa, aunque llevábamos un buen surtido de medicinas de todo tipo, nada parecía curarlo. Estar en el medio de la nada y en el medio del agua, creo que mi preocupación tenía motivos. Luego pasamos a un día de intensa lluvia con viento frío y una noche cerrada que no se veía lo que tenías a un metro de distancia, pasaban las horas tan lentamente que parecía nunca acabar.
Nosotros nos apoderamos del espacio donde teníamos el carro e hicimos nuestro campamento allí, lavar ropa, preparar café o algo de picar para calmar el estómago, leer o jugar cartas, o simplemente mirar hacia el frente y meditar. El resto de la gente que viajaba con nosotros estaba en la parte de arriba y no hicimos casi contacto con ellos. Solo un brasilero alegre que conocimos la primera noche, fue con quien charlamos y nos divertimos también. Edney, era nuestro traductor y mensajero, quien nos informaba de lo que sucedía en la balsa. Cuando y porque parábamos y si la comida estaba lista. También fue él quien nos informó que podíamos acortar un día de viaje, bajándonos en Humaitá y realizar los 200 Kms por tierra que nos separaban de Porto Velho. Si seguíamos en la balsa quedaban aún 24 horas más; cuando lo consulté con los chicos, todos estuvieron de acuerdo en que bajáramos de la torturante balsa. Creo que tanto los chicos como yo, aprendimos a ser pacientes y aprovechar la calma, para estar juntos en silencio. Así como nos subimos, también nos bajamos.
Entre prisas y carreras, sin tiempo para pensar en como realizaríamos tal proeza, ni sacar fotos pudimos. Todo lo teníamos sin empaquetar ni guardar y era o si o si. En menos de lo que canta un gallo estábamos en tierra firme con Edney que nos decía como debíamos proseguir nuestro camino. Según el, al mediodía estaríamos en Porto Velho, cosa que falló un poco en el cálculo, tardamos casi cinco horas en llegar. Primero casi nos devolvemos a Manaus por la tan famosa 319 de tierra, gracias a Aníbal que siempre se mantuvo bien orientado, nos dimos cuenta a tiempo. Aunque el tramo de carretera que hicimos era la BR319, pero ya al final de la misma. Aproximadamente fueron unos 60 o 70 Kms, donde la ruta la estaban reparando, todo tierra, y mucho desnivel de la misma. No me permitían ir a más de 20 kms/h. Cuidando siempre a Rosaguiver y nuestra carga. Y ni que decir de cómo nos quedó todo lleno de tierra colorada que se metía por todos los recovecos, no podía prender el aire acondicionado del auto y menos cerrar los vidrios. Nosotros mismos quedamos de color tierra roja. Pero el grupo coincidía en que era mejor así que seguir más tiempo en la balsa.
Al divisar la ciudad la algarabía de todos era latente y palpable, no pudo faltar claro el recibimiento con lluvia y por fin contactar a alguien que nos guío a un buen hotel y comida de verdad. Joao Lucena, con quien mantuve durante varios meses correspondencia y quien me dio muchos consejos que nos fueron sumamente útiles. Nos recibió, nos acompañó, nos guió y nos dio muchos más orientó en el siguiente tramo a seguir de ruta. Compartimos con él y su familia una cena, nos llevó a una Churrascaría excelente, donde todos degustamos con placer todo cuanto nos servían. Ver a Aníbal comer con tanto gusto, después de cuatro días en los que no comió casi nada, calmó mi inquietud con respecto a su salud.
Descansamos un día entero en Porto Velho retomando fuerzas para continuar el siguiente tramo de casi 3000 kms. Hasta llegar a la frontera con Argentina.

P.D.: NO SE OLVIDEN DE VER LAS FOTOS EN LA GALERIA

lunes, 22 de septiembre de 2008

No hay indios en ninguna parte



DIA: JUEVES 28-08-2008
TRAYECTO: RORAINOPOLIS - MANAUS
HORA SALIDA: 8:04 AM
KMS. RECORRIDOS: 482 kms.
HORA LLEGADA: 7:30 PM
TIEMPO: SOLEADO CON NUBARRONES Y LLUVIOSO AL FINAL
CARRETERA: DOBLE VIA CON MUCHOS HUECOS – RESERVA INDIGENA “WAIMIRI ATROARI” SIN ASFALTO Y MILES DE HUECOS

La siguiente etapa tomé yo el volante y partimos temprano en la mañana, fue un largo y caluroso día, manejando por la peor ruta. Muchos huecos en el asfalto que nos impedían ir a más velocidad para ganar tiempo. Nuestra dificultad es que llevábamos mucho peso en el techo y el portaequipajes no era cien por ciento seguro, más el peso de nosotros. Siempre buscando no lastimar a Rosaguiver y quedarnos varados en la ruta por querer ir más rápido. Adoptamos la costumbre de que en la mañana, Mónica era mi copiloto. Para servirme el café, claro. Y Aníbal aprovechaba para echar un sueñito o jugar con Martín Hicimos varias paradas, como en Jundía que desayunamos casi a las 11 de la mañana y comimos las mejores coshinas de todo nuestro viaje por el amazonas. Nos las sirvió una encantadora abuela, que con mucha paciencia atendió nuestras preguntas en un portugués malo y nos dio de regalo unos cuantos consejos de ruta.
Y luego la reserva Indígena Waimiri Atroari. Una experiencia única, no por los indios pues pocos vimos. Pero la vegetación es impresionante y temerosa, hermosa y llena de los sonidos de los animales que la habitan. Y como no hay carretera asfaltada, sino hueco tras hueco y debes ir despacio, tienes todo el tiempo del mundo para admirar las maravillas de la naturaleza. Y entre bromas de los chicos con respecto a los supuestos indígenas que no vimos y buraco tras buraco, seguimos nuestro camino. Este tramo tiene una extensión de 125 Kms, de los cuales los primeros 70 nos tardamos casi 4 horas en recorrerlo.
Luego mejoró bastante y pude hacer más Kms, pues debíamos llegar a la siguiente ciudad que era Manaus para buscar donde dormir y comer. Nuevamente el paisaje nos dejaba boca abierta a todos, después de una intensa selva, comenzamos un camino de montaña con largas subidas y bajadas impresionantes. Cual montaña rusa, otra vez comenzó la llovizna y a caer la tarde, parecía que nos alejaban la ciudad cada vez más. Cada 200 kms., más o menos buscábamos una estación de servicio para darle de comer a Rosaguiver y estirar un poco las piernas. Unas carreritas a los baños y algo para el estómago que nos mantuviera contentos hasta la parada final del día.
Ansiábamos conocer la línea del Ecuador y nuestros ojos estaban atentos a cualquier cartel que nos diera una pista. La emoción de estar a la mitad de la tierra era una experiencia inigualable, que cuando llegamos a tan esperado punto, nos quedamos todos con los pelitos de gallina. Reimos, saltamos, y nos tomamos fotos. También dejamos nuestra huella.
Nuestra llegada a tan inmensa ciudad, fue bastante bien. El tráfico es impresionantemente rápido y abundante. Sin quererlo nos desviamos hacia el aeropuerto y allí busqué ayuda para llamar por teléfono, un buen samaritano taxista, nos prestó su celular que de nada nos sirvió, pero nos guío personalmente hasta un hotel. Muy acertado pues era en el centro y a menos de 4 cuadras del puerto. Como ya era de noche, notamos que toda la ciudad está perfectamente iluminada y que muchos vehículos circulaban solo con las luces de posición. Nosotros no nos quedamos atrás y todo el trayecto desde el aeropuerto hasta el hotel, lo hicimos así. No era necesario llevar más luces, que maravilla, no????
Este era nuestro tercer hotel en Brasil y no nos decepcionó, aunque no tenían habitación para cuatro personas, nos dieron el cuarto más grande donde había tres camas y agregamos uno de nuestros colchones inflables. Excelente atención, pudimos cenar allí mismo en el hotel y luego nos fuimos a dormir. Manaus es una ciudad muy grande y hermosa, queríamos conocerla, debía llamar a Joao. Una persona que conocí por Internet cuando buscaba información para viajar, yo creía que el vivía allí y ese día descubrí que él aún estaba más lejos. El me puso en contacto con alguien que nos iba a conseguir el viaje por barco o balsa. Esperábamos que fuera para el día siguiente y así hacer algo de turismo. En esto fallamos o por ignorancia pecamos. Al irnos a caminar, ya que el puerto estaba cerca, comenzamos a preguntar precios para la balsa. A cada puesto que preguntábamos nos salía cada vez menos, más en algo todos coincidían: debíamos embarcarnos ese mismo día. Todas las balsas que podían llevarnos juntos, es decir a Rosaguiver y nosotros, partían los viernes. Si no debíamos esperar hasta el otro viernes y eso era mucho tiempo y dinero. Tiempo nos quedaba poco si queríamos embarcar, no sabíamos que hacer. La persona que debía embarcarnos no daba señales de vida y al tratar de llamarlo, el celular le salía apagado. Llamamos a Joao nuevamente, nos aconsejó embarcarnos de una vez. Corrimos como nunca hasta el puerto a ver si aún quedaba pasaje disponible y luego corrimos a comprar chinchorros (hamacas) y recoger todas nuestras cosas del hotel y salir al puerto. Creo que batimos los records de armar y desarmar “la lona”. Así le decíamos a nuestro equipaje arriba del techo. Toda una experiencia en la cual nos volvimos expertos, pero en armarla cada día de diferente forma.

Aún faltan muchos kilómetros


DIA: MIERCOLES 27-08-2008
TERCERA PARADA: BOA VISTA A RORAINOPOLIS
HORA SALIDA: 12:50 PM
KMS. RECORRIDOS: 293 kms.
HORA LLEGADA: 6:10 PM
TIEMPO: SOLEADO CON NUBARRONES Y LLUVIOSO AL FINAL
CARRETERA: DOBLE VIA CON MUCHOS HUECOS

Nos esperaba un largo y desconocido camino por recorrer, la información que nos habían dado y lo que llevábamos en los mapas, nos hacía dudar de quien tenía la razón. Hay algo que no se puede negar en los datos suministrados, la carretera era mala. Antes de partir Aníbal volvió a colocar la guaya del velocímetro que se nos había salido al salir de la Línea, esta vez si funcionó y comenzamos a anotar nuestros propios Kilómetros. El cielo se despejó lo suficiente para avanzar sin contratiempos, ya era pasado el mediodía y el calor comenzó a apretar. El paisaje siempre nos maravillaba y sorprendía, todo a nuestro alrededor era de un exuberante verdor de diferentes tonos, rodeados de lagunitas con palmas y zonas de grandes esteros. Cada pocos kilómetros cruzábamos un puente sobre algún río, tantos que ya ni recordamos los nombres. Nos habían dicho que eran aproximadamente 370 kms y unas 4 horas de viaje, para llegar a Rorainópolis, donde debíamos pernoctar, pues el otro tramo que había que realizar era el peor. Y no queríamos hacerlo de noche. La lluvia nos recibió nuevamente antes de llegar a esta ciudad y también la noche, no sabíamos que antes de cada ciudad existían los lomos de asfalto (Lombadas en brasilero), para frenar el tráfico y la identificación estaba sobre el mismo.
En esta oportunidad el piloto era Aníbal y creo que del susto se me puso pálido, por que se nos soltaron los amarres del portaequipajes; pero por suerte no pasó de eso y de la antena del radio rota. Bueno y de pararnos en el primer lugar con algo de luz que vimos a tratar de ajustarlo, en penumbras y bajo la lluvia. Preguntamos a unos chicos que nos estaban viendo con cara de “Mira un carro Rosado” donde quedaba un hotel. Estaba a menos de 200 metros, sobre la misma carretera, en una Estación de Servicio. Al principio me preocupó un poco el tener que dejar el carro con toda la carga frente al hotel, le pregunté como quinientas veces al encargado si era seguro. Más lejos ya no podíamos ir.
Lord Hotel nos sorprendió con un buen servicio, habitación grande y limpia, y no faltó la nevera con bebidas. (En todos los hoteles hay una de estas con refrescos, agua y cervezas) La cena si no fue muy buena, pues lo más cerca era al lado del hotel, pero pudimos al menos recargar baterías. Los chicos se engancharon a ver una película que trataba sobre viajeros, pero de terror, buena elección para un viaje, no?
Esta fue la única parada en hotel en la que no tuvimos Internet para comunicarnos con familiares y amigos, y dar los partes de viajes. O mejor dicho, informar que estábamos todos enteros y sanos. Por lo que nos dedicamos a editar lo videos y las fotos que habíamos tomado durante el trayecto, jugar y descargar las tensiones del día. Dormir bien para continuar al día siguiente con más asfalto por pisar.


miércoles, 3 de septiembre de 2008

Nuestra aventura ya comenzó

Salida Puerto Ordaz - Venezuela

24-08-2008 - 6:30 AM

Primera parada: Santa Elena de Uairén

Segunda parada: Boa Vista - Brasil

Kms. recorridos: Aprox. 900 Kms.

Clima: Soleado y lluvioso




Nuestra aventura ya comenzó, aún no lo podemos creer, es como estar en las nubes y poder tocar el cielo. Para aquellos que apenas comienzan a seguir este viaje aventura, ahora escribiré en plural, ya que somos cuatro y todos formamos parte de este maravilloso sueño. Mónica (mi hija 13 años), Martín (mi hijo 10 años), Aníbal (mi sobrino 18 años) y yo.
Los preparativos fueron una parte crucial en el desempeño y concertación del viaje, había que prever todas las dificultades posibles para que nada fallara al final. Más siempre quedan cabos sueltos que por apuro o estrés no pensamos en ello.
Un breve resumen de nuestra partida desde Puerto Ordaz – Venezuela, era soltar mis anclas, no fue realmente nada fácil terminar de preparar las cosas que me iban a acompañar, el espacio era poco y mis recuerdos muchos. Rios de lágrimas y desesperación por tener que dejar lo que no quería dejar. La decisión turbo mi felicidad de última hora, mis nervios llegaron al máximo punto y creí desfallecer. Pero siempre conté con todo el apoyo de mis hijos, mi hermano, mi cuñada, mis sobrinos y mi esposo, que en todo momento me dieron aliento y fuerzas. También mis amigos y compañeros de trabajo, y la gente que a través de Internet con cariño sincero me alentaron a no decaer.
No pudimos salir el día pautado, las cosas no cabían en el auto, deshacer y hacer todo de nuevo hasta que quedó bien asegurado. Por supuesto, Rosaguiver es super, jamás me falla. Salimos al fin el día domingo 24-08-2008 a las 6 de la mañana, entre llantos y risas, no podía partir sin antes dar un pequeño recorrido por la ciudad que durante 28 años me dio todo lo que yo necesité para ser feliz. Y también para poderme ir…..
El primer viaje lo hicimos desde Pto. Ordaz hasta Santa Elena de Uairén en la frontera con Brasil, no faltaron los inconvenientes. En Tumeremo paramos a reponer gasolina y Martín se percató de que uno de los ganchos del portaequipajes se soltó y la carga se rodó hacia atrás. Superada esta dificultad importante continuamos, Rosaguiver es bien estable y nuestra velocidad llegaba a 120 km/h en la mayoría de la ruta.
No puedo dejar de hacer notar que mi llegada tan esperada a la Sabana superó con creces mis expectativas, luego de vivir 28 años tan cerca de un lugar natural de extrema belleza, fuera el día de mi partida que mis hijos y yo lo conociéramos. Lamentamos no haber podido disfrutar más, pues la noche se acercaba y Venezuela con sus lágrimas de lluvia nos despedía.
La primera noche dormimos en la Posada Isabel, económica y confortable. Nuestros planes fueron cambiando según la necesidad, pasar las cosas de Aníbal a Rosaguiver, puesto que el venía en el auto de Gustavo (mi hermano, quienes nos acompañaron hasta la frontera para la despedida). Entre tratar de conocer la ciudad, desayunar y demás yerba, se nos fue la mañana. Era hora de romper el cordón que nos unía a la costumbre y la comodidad conocida, así que comenzamos a ir hacia la frontera, la lluvia suave que en todo momento nos acompañaba era un signo de que aún no debíamos irnos. No siempre las cosas van a salir a pedir de boca, en la aduana de Venezuela nos informan que necesitamos sacar un permiso para Rosaguiver en la Guardia Nacional. Cuando llego allá, la persona que los emite había salido. Ya era más de medio día y decidimos ir a almorzar para luego regresar por el papel.
Ahora si mis nervios estaban a millón, creo que ni siquiera podía hablar, tal habrá sido la expresión de mi cara que mi cuñada me llamó aparte para darme ánimos. Por supuesto no comí, ansiosa por terminar el papeleo. Obviamente cuando me recibe el funcionario, con cara de ningún amigo por no decir pocos. Pide un documento que yo no llevaba. Lo bueno de contar con gente que te aprecia, es que gracias a esas personas logré tener el documento la misma tarde y finalizar el trámite del Rosaguiver.
La noche ya estaba encima de nuevo y no podíamos partir, ya que toda la información que tenía sobre la ruta nos decía que era muy mala, llena de muchos huecos y obstáculos. Por seguridad es mejor no hacerla de noche. Otra vez nos regresamos al pueblo a buscar donde dormir y comer. Siempre nos cuida alguien allá arriba en el cielo que provee lo que haga falta. Fé nunca me ha faltado, toda mi vida está puesta en este viaje y la certeza de que todo siempre va a salir bien de cualquier forma. Sabemos y estamos seguros que de esta aventura aprenderemos muchas cosas.
Todos mis temores, mis nervios, la ansiedad, despedirme de mi esposo y mi familia, era un momento que no quería vivir, pero sabía que tenía que pasar, el tiempo vuela cuando más quieres que vaya lento. Casi ni un momento tuve de dejarle todo mi amor en un abrazo a Omar, verlo partir solo en un taxi me dolió muy dentro en mi corazón.
Ya más tranquila fuimos pasando uno a uno los controles de aduana, pasaportes y Rosaguiver, todo sin ningún problema. Poco pudimos conocer de la tan famosa Línea entre Brasil y Venezuela, la hora se nos venía encima. Tratamos de arreglar el cuenta kilómetros de Rosaguiver para saber que distancia recorríamos, pero se nos soltó al poco rato. Comenzamos a rodar entre lágrimas y abrazos, encoméndanos a Dios y a la Virgen de Luján a la una de la tarde del día Martes 26 de Agosto del 2008.
Un paisaje de exuberante verdor y una carretera angosta llena de imperfecciones pero que nos permitió rodar a una velocidad más o menos de 100 km/h. La llovizna fue nuestra eterna compañera. Aunque nuestras caras eran de asombro ante lo nuevo, mi pequeño Martín se sintió un poco asustado al comienzo del viaje, su carita expresaba toda la nostalgia y el temor ante lo desconocido, tanto que al poco rato lo venció el cansancio y durmió buena parte del primer recorrido.
Llegamos a Boa Vista rompiendo la tarde y con lluvia, una ciudad pujante, bella, de amplias calles y tráfico regular. Teníamos que buscar a Elmer de Rectifica Central y comenzamos a preguntar. Los chicos se reían de mi al tratar de hacerme entender en un portugués muy malo, pero la gente de Brasil es muy amable y dispuesta a ayudar como sea. Entre señales y palabras dimos algunas vueltas, y unos muchachos en moto que nos tomaron una foto por lo llamativo de Rosaguiver, fueron quienes con gusto nos llevaron al taller de Elmer.
Allí fuimos recibidos con calor de amigos por Elmer y su padre, que nos llevaron al Hotel Barrudada, confortable y sencillo, a pesar de que no tenían habitación para cuatro, nos acomodaron un colchón adicional. Pude estrenar mi tarjeta de crédito en forma internacional y sin ningún tipo de problemas, una gran ventaja ya que aún no tenía dinero brasilero. Quedamos con Elmer para cenar y así cumplir el deseo de Aníbal de ir a una Churrascaría. Allí nos esperaba gran parte del Club de Jeepeiros de Boa Vista, que nos brindaron una calurosa bienvenida y una excelente cena, la cual ellos brindaron.
Ya en el hotel nuevamente, los chicos buscaron a ver si se podían conectar por Internet y yo caí rendida al apoyar la cabeza en la almohada. Temprano me desperté y aproveché para conectarme y pude charlar un ratito con mi esposo. Cuando los niños se le levantaron, bajamos con nuestras cosas para desayunar, despedirnos de Elmer y seguir nuestro camino. Con el Sr. Batista, dueño del Hotel fue que cambié mi primer dinero brasilero y ya casi nos marchábamos a buscar donde desayunar, cuando nos informaron que el desayuno estaba incluido en el precio de la habitación. Así que llenamos nuestros tanques y luego nuevamente con lluvia, partimos. Esta vez le di el volante a Aníbal y fuimos donde Elmer quien había llamado a Ricardo Loras, médico joven y muy simpático que nos dio un pequeño recorrido por Boa Vista. Digo pequeño porque la lluvia se volvió más fuerte y no nos permitió conocer casi nada. Hicimos nuestra primera carga de gasolina y continuamos nuestra ruta rumbo a Manus.

viernes, 22 de agosto de 2008

El Armario


Estos no son solo los preparativos de un viaje aventura, es la recopilación de una vida. Un armario lleno de cachivaches que ya no se usan, ropa que ya no te queda, pero que vas a adelgazar para volvértela a poner. Cajas, cajitas y super cajas llenas de cosa y cositas, algunas ni las recuerdas; te hacen reir y las que más te sacan una lágrima. Parece simple decirlo, pero hacerlo ha sido como tratar de hacer un castillo con naipes y la puerta abierta cuando afuera sopla viento.
Preparar este viaje me ha hecho darme cuenta de que a sabiendas de que nuestro futuro siempre ha estado en nuestras manos, la mayoría de las veces lo encerramos en el armario junto a todas esas cosas que en algún momento nos recordarán tiempos pasados. Pocas veces he planificado aspectos de mi vida, simplemente he dejado que ocurrieran. En este año y medio que ha pasado, desde que decidí abrir la puerta y sacar de una de las cajas un asunto pendiente, he revivido a la persona que estaba dormida dentro de mi, tapada por montañas de horas monótonas de trabajo y rutinas diarias, de problemas de hogar, de contorno social y político, de miedos y complejos.
Ha sido una montaña rusa de tiempo y espacio, parecía lejos y de pronto ya estaba frente a mi. En la espera que desespera, que enloquece y estresa, transforma y reforma. Los días se hacen demasiado largos o muy muy cortos, parece que ya todo está listo y siempre falta algo, todo va saliendo de maravillas y de repente todo sale mal.
Ya lo que faltan son horas y mientras escribo esto, veo la puerta del armario abierta aún medio lleno y se que fue muy doloroso sacar la otra mitad. Años y años guardando cartas, tarjetas, flores secas, un envoltorio del caramelo que nos comimos en alguna fecha especial. El primer regalo de mi hija, los hermosos dibujos de mi hijo, el libro que nunca leí. Cuantas cosas vamos guardando en el armario para luego hacerlo un día, o simplemente por que pensamos que lo vamos a olvidar y eso nos recordará tiempos pasados que fueron mejores.
“No hay mejor momento que el que no hemos vivido aún”. Que duro ha sido sentarme frente al armario y comenzar a sacar y decidir que es tan importante para llevármelo, lágrimas he llorado viendo a otras personas llevarse, lo que tanta comodidad y seguridad me habían dado esas cosas a mi. Más ha sido un recordatorio de que nada es totalmente imprescindible hasta que ya no está.
A la lista de las cosas que quedan por hacer, solo le queda ya la última línea por tachar. Y pienso con frustración que algo se me va a olvidar. Luego trato de serenar los pasos de mi mente y me consuelo diciéndome, lo que se te olvidó no te hacía falta.
He aprendido en este último mes que toda persona puede cambiar su forma de ser y hacer, que lo que hoy nos cobija y nos da comodidad es efímero.
Ahora el armario está vacío de cosas, pero el de mi corazón está repleto, a punto de desbordar. Haciendo espacio estoy para que quepa todo y quede lugar para lo que falta.

Nota: Mi armario es bastante grande y tiene una extensión en la página que están leyendo, donde pueden colocar notas que no permitirán que nunca me olvide de nada y de nadie.

martes, 12 de agosto de 2008

Escalando la Montaña


Parada de frente al pie de la montaña, con la vista baja, extiende su mano para recoger una piedra suelta, vueltas y vueltas le da, atrapando el contenido en su mente, sintiendo el sabor en su corazón. La envuelve en el calor de su palma fuertemente, absorbiendo su fuerza y su experiencia. Lentamente con los ojos cerrados levanta su cabeza sintiendo penetrar la energía del sol a través de su rostro, el suave viento que alborota su cabello lleva tras de si el polvo de los años que cubren sus sueños.

Mente y corazón caleidoscópicamente giran uniendo cuatro décadas de recuerdos, fracasos, éxitos, tristezas y alegrías. Las experiencias vividas solo refuerzan la decisión tomada, aún con la piedra en su mano; un obstáculo pequeño en su camino, como tantos otros que parecían rocas inmensas imposibles de mover.
Al abrir los ojos frente a si observa la inmensa montaña, las miles de piedras y rocas que dificultan la escalada, la maleza que oculta la cima y en su mente formándose las palabras “no puedo, nunca lo lograré”. Murmullos comienzan a sonar en sus oídos, “no lo hagas”, “es una locura”, “te arrepentirás”. Más un golpe de viento más fuerte que la brisa, estremece sus entrañas y la regresa nuevamente al pasado, a vivir una a una las miles de veces en que su mente dijo, “no puedo”; a las miles de veces que se dejó llevar por los murmullos. A las tantas veces que estuvo frente a montañas más pequeñas y paso a paso, piedra a piedra, cortando la maleza pudo llegar a la cima, con el corazón henchido de orgullo y la frente en alto.
Más de un año ha pasado desde aquel día en que sus temores eran más fuerte que sus anhelos, descalza en medio de la nada, revolviendo su interior en busca del equilibrio para su alma, arañando sus experiencias hasta sangrar para encontrar la armonía que le permita seguir adelante. Crear un espacio en el universo, su propio espacio donde sus ideales, sus creencias y sus logros hayan marcado la diferencia en su vida.
Hoy vuelve a mirar pero esta vez hacia abajo, asombrándose de cuanto ha escalado, cuanta maleza y roca ha quedado atrás. Lo que parecía imposible es ya una nimiedad. Sorprendida agradece con lo más profundo de su corazón haber llegado hasta allí, vuelve a cerrar sus ojos para absorber aún más energía, más fuerza para terminar de subir esta montaña. Porque segura está de que no es la última, que al llegar a la cima la espera la que está más atrás.
Aún quedan temores y dudas, eso nunca desaparece, son necesarios para cada nueva cima que deba escalar. El miedo la fortalece y la colma de valor, las dudas la hacen reflexionar en que lo que parece imposible es solo otra prueba para ratificar cuan fuerte es. Siempre recapitulando en lo bueno y lo malo que pudo haber hecho, sin arrepentirse de haber realizado con profunda pasión cada tarea impuesta y defendido sus propias convicciones y su fé. Mira hacia el futuro con satisfacción y alegría diciéndose a si misma…. Ya estoy cerca!!!!

domingo, 10 de agosto de 2008

Rosaguiver también habla

Cuando nací era un novedoso modelo de auto utilitario pequeño, la evolución de la economía y lo práctico para conducir en las congestionadas calles de la actualidad. Con capacidad ilimitada según la inventiva de quien me comprara, fácil de estacionar hasta en los lugares menos pensados, de cómodo manejo y especial visibilidad. Rendidor en el consumo de mis alimentos y vestimenta.
Fui el regalo especial de navidad de una joven de 20 años, ya se imaginarán lo que me esperaba….. Fui entregado un 22 de diciembre de 1986, mi traje era Azul oscuro con mis zapatos plateados y mi interior gris con negro. Reluciente y brillante, no era demasiado exigente a la hora de bañarme, en un santiamén estaba limpiecito. Bebía gasolina económica y una vez por semana, siempre dispuesto para lo que me usaran. Que más se puede pedir.
Me recibieron con champán y mirándome hasta por debajo, unos curiosos y otros recelosos, todos querían probarme. Menos mal que mi ama, es super celosa. Mi primer año fue agotador, casi ni dormía, a cada rato estaba en las calles y si no, viajando por el país. De noche siempre de fiesta y los fines de semana en la playa o inventando a ver donde divertirnos.
Me ha tocado enfrentarme más de una vez a ladrones y malhechores, trataba de pasar inadvertido, pero debo tener imán para eso, pues nunca me han dejado en paz. Me han golpeado con piedras y palos, me ha herido en mis cristales, forzado mis brazos, en mis ojos y mis cachetes. Pero yo siempre firme y la frente en alto. También he sido víctima de otros colegas que me han pegado sin hacerles yo nada, por suerte nunca nada grave; no todos saben caminar bien.
Un buen día a mi ama y su hermano, se les ocurrió cambiar mi aspecto. Fue una dura pelea, y solo salí con el vestido de color diferente, vaya que sí. Me transformaron de chico en chica. Aunque es algo raro pues de afuera parezco chica, pero mi ama me menciona en masculino. A veces me confundo???? Eso fue hace casi 20 años, y con esa facha he sido alagado e insultado. Me miran raro y con ternura, otros con cara de incredulidad y los que más se rien.
He trabajo siendo mensajero, mecánico, taxi, oficinista, árbitro de futbol, coche de bebé, coche de novias, luna de miel, paños de lágrimas, el alma de las fiestas y todo lo que se les ocurra, que ya ni me acuerdo. Mi ama siempre me mimó demasiado, me bañaba todas las semanas, me pulía una vez por mes y siempre olía bien. Pero en algún momento pasé a segundo plano cuando llegaron los bebés de mi ama y pasé a ser usado casi siempre por su esposo. No es que el no me quisiera, pero ya no era igual. Bañarme era un lujo y tenía que enfermarme a propósito para que me cambiaran algo que ya andaba fallando.
Pero siempre me mantuve fiel, sabía que mi ama se preocupaba por mi y que pronto ella se encargaría nuevamente de mis necesidades. Tardó un poco, entre necesidades y estrecheses, volví a ser solo de mi ama. Pero ya estaba bastante enfermo y ella no quería seguirme usando así, para no empeorar más. Así que me guardó en casa y prometió restaurarme. Poco a poco y con mucho amor, me fue desarmando y guardando mis partes sanas. Salió a trabajar de nuevo solo para poder arreglarme. Buscando donde cambiarme el vestido y mi ropa interior, ella se encargó junto con su hermano de la terapia intensiva de mis órganos internos. Estuve dos años en desarme y luego un año para volver a tener todas mis piezas.
Mi ama y su hermano, de día trabajaban pero al salir me dedicaban todo su tiempo. Pronto volví a verme rejuvenecido, me arreglaron el vestido y me lo pusieron del mismo color pero más lindo, el interior me lo cambiaron para que combinara con el exterior, la mayoría eran mis cosas originales y así se quedaron. Pero me compraron unos lindos y relucientes zapatos nuevos, también mi música la mejoraron. No me quejo, de verme todo feo y achacoso, ahora estoy hecho un galán. He despertado nuevamente la admiración de la gente al verme y claro no faltan los envidiosos que siempre dicen alguna estupidez. (No dejen de visitar mis fotos en Overhaulin Rosaguiver - Galeria de Fotos)
Ya me han sacado a pasear fuera de la ciudad y me he portado como nuevo, seguro y confiable. Tengo ya un año y medio que salí nuevamente a las calles y ahora me preparo para llevar a mi ama y sus retoños a un espectacular viaje de casi 10.000 Kms, por tierras desconocidas. Ya tengo mi pasaporte y estoy listo y dispuesto. Me tocará comer comida que no conozco, pero mi estómago siempre fue bueno.
Ya se aproxima la fecha de partida y todos estamos ansiosos y nerviosos, un poco temerosos e impacientes de arrancar.
Tranquilo y seguro me siento, se que todo va ser maravilloso y por supuesto no voy a defraudar a mi ama.
Nos vemos en Rosaventura.
Rosaguiver

domingo, 22 de junio de 2008

Nos conocimos hace 21 años

Cuando mi padre me dijo el 22/12/1986 vamos a buscar el auto de tu mamá, jamás pensé que sería mi compañero inseparable.
Su primer nombre fue "Amante Bandido" ya que esa fue la primera canción que escuché en el tocacintas del auto, tanto así que se convirtió en mi amante inseparable desde ese día. Era de color azul oscuro como mis ojos, ya teníamos algo en común. Cuidarlo fue mi primera responsabilidad además de pagarlo, claro. Nuestra unión era demasiado especial, yo vivía lejos de la ciudad y cada vez que salíamos le pedía que siempre me regresara sana a mi hogar. A veces le daban unos ataques de tos que dificultaban manejarlo con facilidad, pero nunca me dejó en medio de la ruta, tan lejos de casa y expuesta a peligros en la noche o en el día. Fuimos asaltados por más de 10 ladrones, escapando ilesos los ocupantes más no él, que con su armazón recibió los golpes que eran para nosotros y así lastimado nos llevó sanos hasta la policia.

Juntos recorrimos miles de veces caminos que nos llevaban a la diversión, los dos éramos jovenes y llenos de ímpetu. Trabajábamos juntos, estudiamos juntos, nos enamoramos juntos y en su volante lloré miles de veces ante la desilución, la rabia y la impotencia. La velocidad y la destreza de manejar la aprendí tratando de llegar a casa temprano. De Amante Bandido pasó a ser el Relámpago Azul y famosos ya éramos así. Cuando el destino quizo que su aspecto cambiara, tras sufrir algunos pequeños accidentes (no por mi mano), teniendo un hermano mecánico que siempre quería agregarle algo para hacerlo más especial y yo no queriendo nunca cambiar su aspecto, terminó siendo el más destacado de la ciudad.
Así se convirtió primero en Penélope Glamour,
Fresita, el zapatito de la Barbie y por supuesto la Pantera Rosa. Todo tipo de cosas nos han llamado pasando por los halagos hasta los insultos, pero nosotros siempre con nuestra frente en alto seguimos rodando y rodando por la ciudad. Quién no conocía a la chica del auto rosado, donde fuera que me parara o que pasara, lejos o cerca siempre nos veían.
Día a día, mes tras mes, año a año, junto a mi siempre ha estado. Regalándome su incondicional compañía, manteniéndose siempre bien a pesar de que a veces nos olvidábamos de cambiar el aceite a tiempo. Acompañándo a seres queridos a bodas, nacimientos y hasta funerales. Así pasaron 17 años de los cuales 6 solo fueron mios, y los demás lo compartí con mi esposo, al llegar mis hijos quizá lo dejé de lado en el cuidado que siempre le dí, pero también fue el quien trajo el pan a mi hogar en momentos difíciles y ayudó a que hubiera otros autos en la familia para que el siguiera siendo solo mio. Un día alguién me dio el nombre que hoy lleva "Rosaguiver", pasando a ser ya un poquito viejo y con achaques, decidí pararlo para devolverle la vida como se la merecía. Estando aún en condiciones de rodar pero con muchas dificultades, no quise abusar más de él y dejé de sacarlo de casa el 01/05/2004, comenzando así poco a poco, paso a paso y con estrecheses, pero con mucho amor a planificar como sería su restauración.