domingo, 16 de diciembre de 2012

Saliendo de Campo Grande


DIA: MARTES  09-09-2008
TRAYECTO:  CAMPO GRANDE - GUAIRA
HORA SALIDA: 8:45 AM
KMS. RECORRIDOS: 550 kms.
TIEMPO: SOLEADO
CARRETERA: BUENA



Campo Grande, como bien su nombre lo indica….  “ES GRANDE”, nos asustaba de solo pensarlo, habiéndolo visto de lejos. La inmensidad de las luces que delimitaban una gran gran ciudad, como estrellitas en el cielo, solo que en el suelo. Al despertar un nuevo día y después de haber salvado el único obstáculo serio con Rosaguiver, con 16 días de viaje por tierra desconocida, nos encontrábamos sin dinero brasilero para continuar. En el hotel que estábamos no nos querían cambiar, pero amablemente el encargado nos hizo un mapa para llegar a una casa de cambio. Teníamos que entrar a la ciudad y eso me aterraba, perdernos dentro y luego perder horas de viaje. Ya que cada tramo representaba seguridad si cumplíamos con esa meta. Más sin dinero tampoco podíamos continuar, así que fuimos. El lugar no quedaba lejos y tampoco era muy dentro de la ciudad. Igualmente tuvimos que perder varias horas, pues el sitio no estaba abierto. Era un centro comercial inmenso con un Carrefour más inmenso aún, aprovechamos para curiosear, tomar una milk shake, jeje y sacar unas cuantas fotos.
Nosotros si que somos malos turistas, aunque tenemos infinidad de fotos, muchas las perdimos de tomar por estar con la boca abierta, asombrados de lo que veíamos. Todo está en la memoria de cada uno de nosotros, como la experiencia más loca que hasta el momento hemos tenido. Cada día vivido de viaje tenía su nota alegre, sus risas, peleas entre los chicos, discusiones de quien tenía razón y su nota nostálgica. Por los que no podían estar con nosotros, por los que dejamos atrás, por que sabíamos que ya pronto la aventura terminaría.
Ya con el dinero y las ganas de seguir, compramos algo en el super para comer mientras viajábamos, para no perder tiempo y adelantar kilómetros. Como en cada lugar del que partíamos, llenábamos el tanque de gasolina y comprábamos bebidas y hielo, las estaciones de servicio eran el sitio donde la gente se asombraba de nuestra travesía y nos llenaban de halagos, nos tomaban fotos, copiaban el sitio del blog y nos daban ánimos para seguir. Esta historia no sería lo que fue, sin el cariño de la gente, sin las bromas y hasta los envidiosos que seguro nos decían que estábamos locos.
  Lo que fue un rico almuerzo rodante, claro que no podía faltar un contra, que siempre fue Martín. Si todos estábamos de acuerdo, él no. Así que trompudo el se aguantó las ganas de comer. El paisaje comenzaba a cambiar, ahora veíamos más verde en el camino, cuando siempre era el amarillo del pasto seco. El viento, la carga de Rosaguiver, la responsabilidad de cuatro vidas y los camiones fueron el reto más grande en mi experiencia como  chofer. Se que los chicos disfrutaron del viaje, cada uno a su manera. A veces aburridos y apretados, nostálgicos y peleadores. Los contra de Martín, la seriedad de Aníbal como el hombre del grupo a pesar de sus 18 años y el silencio a veces demasiado extenso y la cara triste de Moni. Pero para mi, era la conjunción de muchas cosas. El vencer mis complejos de timidez, demostrarme fortaleza, disfrutar de una aventura, y la compenetración que tengo con Rosaguiver y mi amor por manejar. Saber que había dejado toda mi vida atrás, lo seguro y conocido, que ahora solo tenía todo lo que iba dentro del auto como pertenencias terrenales y comenzar una nueva vida. 
Ver fotossss

Retomando el Blog


Hoy por hoy, han pasado 4 años desde que dejé de publicar las partes de la travesía con la que comencé este Blog. Seguramente se preguntarán en que terminó, probablemente las conjeturas son muchas y pensarán que quedó en el olvido o que la suerte y la vida me dieron cosas mejores que esto y que ya no valía la pena seguir publicando. Nadie imagina que la verdad es muy distinta; y que la aventura nunca terminó. Solo se transformó en otras luchas, en muchos obstáculos, en un constante sentir de si me quedo, si me adapto o si podré lograr sentirme feliz con la decisión que no puedo echar atrás ahora.
Ni yo misma creí que las cosas cambiarían de esta forma para mi y se que continuar la historia es a pesar de la alegría que me causó. Un sentimiento de añoranza que me arranca lágrimas, cuestionándome si todo valió la pena. Pero debo superarlo y plasmarlo, muchas cosas ya se han esfumado de nuestros recuerdos y se hace cada vez más difícil mantenerlo presente. Y lo que menos deseo es que los chicos olviden lo que aprendieron, lo que disfrutaron y vivieron.
Por eso trataré de continuarlo, como lo recuerdo y con la ayuda de los recuerdos de los chicos seguiré escribiendo.
Continuemos el viaje...............


sábado, 28 de agosto de 2010

Dos Largos Años

Muchos se preguntaran que paso con Rosaventura y su gente, pues de un día para otro dejó de escribirse en el blog y también mermaron las visitas. No había nada nuevo para ver. Han sido muchas cosas las que sucedieron y antes que nada pido mil disculpas a todos los que me leyeron, a los que me escribieron, a los que se preocuparon por nosotros. No fue ni premeditado ni intencionado mi silencio, y aunque quiero explicarlo en pocas palabras, se me hace tan difícil que lo enredaría todo. Por otra parte siempre dije que esta historia terminaría en un libro que todos pudieran tener y así satisfacer la curiosidad. Ese proyecto aún está en pie y gestándose.

Es increíble que ya hayan transcurrido dos largos años desde aquel día en que emprendimos esta aventura. Que aún sigue siéndolo aunque parezca imposible. Acaso la vida no es una aventura cada día. Todo lo que planifiqué, todo lo que supuse pasaría, todo lo que quise hacer…. Cambió minuto a minuto, incluso cuando apenas había comenzado el viaje. Ni que decir una vez que llegamos a destino y pasaron los primeros días de novedad para todos.
Tendría que haber sido más fácil para mi este cambio, no era la primera vez que me tocaba cambiar de país. Pero…. Los pequeños errores de cálculo…. Esos peros que siempre tienen que desacomodar las cosas, que te complican la simplicidad de la vida. Que vuelven tu vida una aventura constante, las piedras del camino, la montaña más alta que está detrás de la que acabas de escalar.
Son mis propias palabras escritas en este blog al comienzo de la aventura las que me tuve que tragar, leerme a mi misma para recordarme que todo lo que ha sucedido hasta ahora, lo sabía. Y algunas que no sabía pero que igual estuvieron presentes para enseñarme que nada es lo que parece.
Puedo decir hoy que la montaña es muchooooooo más alta, que las piedras son grandes y muchas, una tras otra. Que el armario que traté de cerrar; abre a cada momento sus puertas, llamándome a entrar en su mundo de recuerdos. Donde mi corazón llora en silencio, donde mi mente me traiciona y me cuestiona.
Hoy quise volver para decirles que no crean que soy malagradecida, que me olvide de todo y de todos. Vine a disculparme, a mostrar siempre mi lado sincero que para los que me conocen no les será raro y a los que no. Pues es hora de que me conozcan.
Aún me duele mucho pensar en todo lo que dejé, en todas las personas que formaron parte de mi vida durante 28 años. De la tierra que me aceptó y me cobijó. Esa tierra que hoy sufre los errores que todos cometemos por egoísmo y desidia. Pero hoy no es momento de hablar de eso.
Hoy quiero decirles a las personas muy cercanas a mis afectos, que cada día y cada minuto pienso en ellas, que entiendo su silencio pues el mío es el ejemplo. Que la nostalgia me sacude muy duro a veces con tan solo pensarlos y que debo sobreponerme para seguir adelante. A todos aquellos que formaron parte de mi vida, el panadero, la chica del supermercado, los compañeros de trabajo, lo clientes del trabajo, los jefes, los vecinos, el chico de la estación de servicio; que ha sido un enorme placer para mi compartir momentos de sus vidas. Cada uno tiene un lugar especial en mi corazón por la razón que sea.
A los que en el camino se acercaron, los que me ayudaron, los que me recibieron, los que sin conocerme me tendieron su mano, su amistad y su afecto. A muchos podré acercarme y agradecerles en persona, para los que no; sepan que hay cosas que no se olvidan y se devuelven los favores de forma misteriosa. Esos angelitos de la guarda que siempre están donde se los necesita. A todos los que llegaron a este blog y leyeron, fueron mi aliento en la travesía y en los duros momentos un consuelo.
Aún estoy tratando de adaptarme a mi decisión y sus consecuencias, a lo que me toco vivir desde el día que decidí cambiar lo que tenía por lo que tengo ahora. Más no me arrepiento de mis actos, estoy aprendiendo de ellos, nadando contra corriente con la cabeza apenas fuera del agua.
Aún estoy viva y no quiero que me olviden, como yo no olvido a ninguno. Que la tecnología no nos separe cuando debe unirnos. Y como el ejemplo se da por casa. Aquí estoy para mostrarlo.
Venezuela te extraño tanto, que cuando pienso en ti el corazón late fuerte y duele. Antes era extranjera en otro país. Ahora soy extranjera en mi propio país.

sábado, 10 de enero de 2009

Un Lugar para Descansar



DIA: LUNES 08-09-2008
TRAYECTO: LLEGADA A CAMPO GRANDE
HORA: 9:00 PM
La noche nos envolvía poco a poco y el camino parecía nunca acabarse, aunque eran pocos los kilómetros que habíamos avanzado en los últimos tres días. Nuestro anhelo por llegar a la siguiente ciudad se tornaba en una nueva frustración. Un sentimiento de apego nos comenzaba a doler a todos, al saber que con cada ciudad que transitábamos nos acercábamos a nuestro objetivo, llegar a la frontera argentina y nos alejaba de este inmenso país, en donde siempre nos sentimos tranquilos y contentos. La gente que siempre estaba dispuesta a ayudarnos, y reirse de nuestra pronunciación torpe, pero la que nos hacía comunicarnos. Descubrir nuevas costumbres, nuevos sabores, nuevas personas.
Que nos esperaba más adelante, era siempre una incógnita que nos ayudaba a mantenernos entretenidos y disipar los temores de la noche y la ruta. En cada curva, cada subida, conteníamos el aliento, ansiando ver las luces que nos daban la tranquilidad de llegar. Pero nunca nos esperamos ver en el horizonte oscuro, millones de lucecitas que nos decían que ya estábamos llegando. Nos sorprendió el rio de luces inmenso e infinito que era la Ciudad de Campo Grande. Creo que todos dejamos de respirar por un minuto, pensando como haríamos en tan impresionante lugar para encontrar un alojamiento acorde a nuestras necesidades. Recordando lo brusco que fue nuestra llegada a Manaus y que no tuvimos la oportunidad de ver de lejos, escondida entre montañas.
Brasil, ruta amiga, provee a los viajeros de la oportunidad de elegir si deseas penetrar en sus grandes ciudades, O quedarte en las afueras. Tratando de no alejarnos de la ruta, muchas veces siguiendo a los camiones, ya que sabíamos que estos nos guiaban por el camino correcto, no tuvimos más remedio que entrar a la autopista. Pero esta vez los hoteles que pasábamos, nos decían con sus marquesinas, que no estaban a nuestro alcance. Rodando a ver que habría más adelante, sin querer nos estábamos alejando.
A preguntar se ha dicho, como tantas veces, con gestos y sonrisas para crear confianza. Nos dirigimos a donde nos habían indicado, más de afuera no nos pareció lo que buscábamos y decidimos ir a ver uno en la ruta. El único que nos había parecido aceptable, Grande Anel, fue en el que nos quedamos. Casitas tipo apartamentos, con el auto al frente, restaurant en la recepción y acceso a Internet. La tecnología que desesperadamente buscábamos para comunicarnos con nuestros seres amados, que ansiosos como nosotros; anhelaban nuestras noticias. Cómodas camas para descansar nuestros ateridos cuerpos, una ducha refrescante y una comida completa en nuestros estómagos. Y planificar con nostalgia nuestro siguiente y penúltimo tramo en Brasil.
Cada noche trataba infructuosamente de estar despierta para escribir las experiencias vividas, pero esperando que los chicos dejaran la laptop, yo caía siempre en brazos de Morfeo tan profundamente que he sido objeto de las fotos sorpresa de mis chicos y luego de las burlas de mis “ronquidos”, pues yo no ronco, ja ja. Así sería el agotamiento que hasta con la boca cerrada entre raros sonidos, quizá contaba mi historia.
Con esto quiero explicar que Rosaventura duró pocos días, el contárselas ha sido más largo, ya que aún hoy la estoy escribiendo y reviviendo, con pasión cada día viajado. Lo que pretendí fueran las noticias de viaje, se ha convertido en una pobre historia de suspenso para muchos. Hoy no poseo muchas de las cosas que antes tuve, como el maravilloso Internet las 24 horas a mi disposición. Y aún cuando mi aventura no ha terminado, puesto que se ha transformado en otra, sigo trayéndoles a los pocos que quizá hoy me siguen, lo que resta.

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Feliz Fin 2008

Quedan pocas horas para despedir un hermoso año, repleto de experiencias y emociones inolvidables. Lo que comenzó con una gran lucha emocional, pronto terminará con una maleta llena de mil cosas que jamás volverán a ser las mismas. Las interminables horas de planificación, de angustia, de expectación dan cabida hoy a otras emociones que aún me confunden, pero que también me llenan de más vitalidad, de más ganas de vencer lo invencible.
Muchas cosas he cambiado por el placer de cumplir mis sueños, de mostrar a mis hijos lo mucho que podemos hacer cuando de verdad lo deseamos. Mucho me he demostrado a mi misma en este año, mucho he dejado atrás y mucho no puedo dejar de anhelar. Hay grandes heridas en mi corazón, que con angustia y dolor espero sanen. A quedado un vacío en mi alma que solo una persona puede llenar y a veces debo tratar de aceptar que fui yo misma quien creo la primera distancia, como salida a algo que parecía no tenerla.
Doy mil gracias a Dios y a mi Virgencita de Luján, porque siempre confié en ellos. A mis seres queridos que me acompañaron con el alma y el pensamiento. A mis amigos y compañeros, por hacerme sentir una persona importante para ellos. A la gente que no nos conocía y nos tendió la más sincera de las manos de ayuda, demostrándonos que se puede confiar aún en los desconocidos. A los que fueron nuestros angeles de la guarda en el camino, por que nos permitieron seguir. A todos los que de una u otra forma fueron partícipes de Rosaventura, con un simple sello en un papel, por recibirnos en los hoteles, por acompañarnos en la balsa, por indicarnos el camino. A las nuevas familias que nos dieron cobijo en sus casas. A los que nos saludaron en la ruta, los que nos fotografiaron, los que escribieron en el blog. Los que se rieron al vernos y los que nos felicitaron y hasta los que nos dijeron que estábamos locos. Todos formaron un vínculo inigualable en nuestros corazones y nuestras vidas. Nos dieron aliento y energía, nos enseñaron a confiar. A los que rezaron y oraron por nosotros y nuestro bienestar, que sin conocernos nos dieron la mejor de las bendiciones.
A mi hermano, gruñon y cascarrabias, por que fue el que más me alentó a cumplir mi sueño y que no se si sabe, que cada kilómetro que recorrí lo hice junto a él en mi corazón.
A mi sobrino, mi primer hijo, bendición de Dios que me acompañaste y diste fortaleza a mis temores, a mi flaqueza. A pesar de su corta edad, su madurez y aplomo fue un bálsamo para mi y mis hijos. Espero contar contigo otra vez para seguir los caminos de la ruta desconocida.
A mi esposo, que estoy segura no sabe con cuanto dolor le dije adiós, que el resultado de esta separación está en sus manos. Que las promesas que nos hicimos hace 15 años aún esperan por cumplirse, que sus hijos esperan al padre maravilloso que puede ser. Y aunque no quisiste compartir esta maravillosa aventura, te esperamos con amor.
Alguien me dijo hace unos días, que no despida este año diciendo “Al fin terminó” y en honor a la verdad, me duele despedir un año que ha traído a mi vida tantas alegrías, y las tristezas que haya vivido, son solo la prueba de que puedo superar los obstáculos que en ella se atraviesan.
A todos los que han pasado por estas letras, les deseo el mejor Fin de Año, no pensemos nunca que ha sido malo, tan solo ha sido otra experiencia más, y las cosas malas que hallamos tenido confirman que luego han llegado las cosas buenas para atesorar en nuestros recuerdos.
FELIZ FIN 2008

sábado, 6 de diciembre de 2008

Tropezando con la misma piedra





DIA: LUNES 08-09-2008
TRAYECTO: SONORA- CAMPO GRANDE
HORA SALIDA: 10:00 AM
KMS. RECORRIDOS: 363 kms.
TIEMPO: SOLEADO
CARRETERA: BUENA





Nunca he sido una fiel creyente del destino, pero estoy clara que las cosas pasan por que deben pasar. Pero si creo en los refranes y estos nunca fallan. Quizá en nuestra euforia de volver a la ruta, la que ya era nuestra compañera y amiga, la que nos entretenía y enseñaba las maravillas de la naturaleza y el hombre. Nos olvidamos de ser un poco más precavidos en cuanto a Rosaguiver, sabiendo que él, más que ninguno de nosotros era quien debía estar “al pelo” en todo momento.
Mi compañero de 22 años, mi amigo, mi confidente, mi paño de lágrimas, por quien he luchado tanto como por mis hijos, no estaba conforme con lo que le habíamos reparado y no tardó en decirnos que paráramos. A pocos kilómetros de Sonora, con un sol que rajaba la tierra, otra vez en medio de la nada, nos detuvimos a ver que pasaba. Esta vez estaba más enojado por que echaba humo. Nuevamente se había quemado el electro ventilador, las aspas eran más grandes que las originales y con la fuerza del viento de la ruta y los camiones, se torció y se pegó del protector. Cuando menciono que tal vez nos descuidamos, es criticándome a mi misma, ya que cuando Elio lo estaba cambiando yo pensé en que quizá hubiera sido mejor dejarle la carcaza que traía del otro auto que nos hizo el favor. Pero luego al verlo montado y girando sin problemas, yo misma me confié.
Esta vez lo más cerca que había como a un kilómetro, eran unos hombres que estaban reparando la ruta. Mandé a Aníbal y Mónica a que fueran a ver que ayuda podíamos conseguir. Mientras yo me quedaba con mi amigo y mi hijo, enojada y frustrada, un poco desesperada. Dándome ánimos a mi misma, recordando otros refranes que me daban consuelo. Como: “Dios aprieta, pero no ahorca”, recordando que quizá en la ruta había algo que nos haría daño y por eso, Dios, los Angeles o mi Virgencita de Luján, nos estaban protegiendo.
Cuando los chicos volvieron, sedientos, acalorados y también frustrados de no conseguir nada. La solución era pedir ayuda a los que pasaban, casi todos eran camiones y nos miraban al pasar, con esa expresión en sus rostros de “un coche rosa, ja”. Sin pensarlo mucho, al primer auto que vi, le salí al medio de la ruta, haciendo señas sin darle muchas opciones. O te paras, o te paras! Resultó ser una señora que me miró con cara de pocos amigos y en mi triste portugués, le pedí que me ayudara. Por supuesto no quiso llevarme a ningún lado, cosa que tampoco hubiera hecho. Dejando a los chicos solos, pero ella me dijo que como a 2 kms, había gente o algo así y que llamaría para pedir ayuda.
Al principio no le creí mucho, ya que su cara no me dejaba ver si me daría una mano, y pensé esperaré unos 15 o 20 minutos y paro otro auto. No hizo falta esperar ese tiempo cuando nos llegó una moto taxi y un auto. Ambos nos dijeron que la señora les avisó y vinieron sin pensarlo. El del auto era un “boracheiro” (un cauchero para los venezolanos y un gomero para los argentinos) quien enseguida me dijo que no me preocupara que todo se iba a solucionar, habló con el de la moto, que se fue. Pusimos agua a Rosaguiver, los chicos se fueron con el Sr. Y yo poco a poco y controlando la temperatura del auto, nos dirijimos a 2 kms más adelante donde este señor tenía su borracharía, con tan buena suerte que también había una churrascaría abierta allí, con todos los servicios que pudiéramos necesitar. Este señor, se llama Misael y nos atendió de tal manera, que lo primero que pensamos era que quizá pensara que teníamos mucha plata y que ese era su “día”.
Comenzó a llamar por su celular, pidiendo el repuesto, con poco éxito al principio, luego se puso con Aníbal a desarmar el electro y tratar de arreglarlo, mientras seguía llamando y llamando. Hasta que alguien dijo que lo tenía y que lo traería para ver si servía. Ni que decir la sorpresa que nos llevamos cuando a los 20 minutos, se aparece un tractor conducido por un campesino, que al apearse de su simpático móvil, traía en su mano una bolsa de arpillera. Nosotros expectantes mirábamos la bolsa con el corazón en la boca y el grito de alegría fue unánime hasta con Misael, al ver que el repuesto que este hombre traía era exactamente igual al que se nos quemó la primera vez. Tanto así que Aníbal de inmediato lo instaló sin siquiera probarlo, mientras yo trataba de que Misael me dijera cuanto me iba a costar todo. Otra vez el se puso a llamar por su celular pidiendo precios de referencia y hablando con el campesino, hasta que llegamos a un acuerdo conforme para este señor. Obviamente yo pensaba que Misael también cobraría su parte, pero este me dijo que “NO”, que ya el estaba pagado por Dios.
No puedo decir como me sentí en ese momento, él diciéndome que allá en el cielo siempre hay alguien que te está viendo y te ayuda, que el solo deseaba que nosotros continuáramos nuestro camino sin más problemas. Estaba tan contento y demostraba su alegría felicitándonos y dándonos ánimos en nuestra aventura. Y aunque igual yo le di algo de dinero con lo que se ofendió un poco. Creo que esta vez puedo decir “EXTRA GRANDE MISAEL”.
Con abrazos y besos, gracias y más gracias nos despedimos de Misael y continuamos nuestro camino hasta Campo Grande, donde llegamos de noche, bastante cansados y exhaustos, pero sanos y salvos……

Entre nubes de Polvo




DIA: DOMINGO 07-09-2008 y LUNES 08-09-2008
TRAYECTO: CAMPOS DE LA MICHELIN - SONORA-
HORA SALIDA: VARADOS
KMS. RECORRIDOS: 20 KMS.
TIEMPO: SOLEADO
CARRETERA: BUENA





En un momento tan solo, nuestra alegría se tornó en frustración e impotencia, en preguntas que no tenían respuesta inmediata. Mirando a nuestro alrededor buscando la varita mágica que resolviera nuestro problema y darnos cuenta que estábamos solos en medio del polvo. Aunque por nuestro lado pasaban y pasaban camiones, todos miraban, algunos se reían, otros simplemente pasaban.
Toda la carga que en mis hombros pesaba, se volvió de repente un peso demasiado fuerte, más traté en todo momento de buscar la solución sin dejarles ver a los chicos cuanto me preocupaba. Quitamos a Rosaguiver de la orilla de la carretera y mandé a Aníbal que caminara hasta el puesto fiscal, para que verificara si podíamos allí empujar el auto y buscar cobijo para pasar el resto del día y de la noche. Ya que siendo domingo, poco era lo que podríamos solucionar.
Mientras esperaba que regresara mi copiloto, un auto paró, bajándose un individuo tan desgarbado y desarreglado como solo puede serlo un mecánico de pueblo. Quien sin entenderle casi al principio lo que me decía, se ofreció a ayudarnos. Nos explicó que no podíamos quedarnos allí y que a unos 18 Kms. estaba la estación de servicio y que allí podríamos estar seguros. Al principio no entendía como llegaría yo a ese lugar, entre mis medios conocimientos de mecánica, habían cosas que no sabía. Pero si estaba segura que de alguna manera podía llevarlo sin que se dañara de forma irreparable. Pero Elio (el mecánico) ya estaba sacando una soga y mientras me explicaba que no iba a ser fácil conseguir el repuesto, nos amarraba a su Fiat Uno. Exactamente!!!! Un primo de Rosaguiver nos rescataba, que ironía, no? Casi sin darnos tiempo a pensar, ya nos estaba remolcando y no precisamente despacio, desandando lo andando, es decir nos estábamos devolviendo por todos los camiones que ya habíamos superado y por el camino de tierra. Estoy segura que los cuatro fuimos con el alma en vilo, ya que había muchos huecos y lomitas que con tanto cariño yo pasé sumamente despacio para no hacerle daño a Rosaguiver. Tuve que tocarle corneta a Elio y hacerlo parar para pedirle que fuera más despacio, pues también existía la posibilidad de que se nos cayera el portaequipajes.
Así como íbamos de repente por el camino de tierra, nos subió a la ruta entre medio de los camiones que no estaban en cola, si no entre los que iban en dirección contraria. Pegados a nuestro trasero, inmensos, intimidantes, haciéndoles señas de que estábamos siendo remolcados. Y nuevamente y sin esperarlo entramos en la estación de servicio, donde nos enteramos que Elio allí tenía su taller. Nos explicó que podíamos acampar allí, y que él creía que cerca estaban desarmando un fiat como el mio que fue chocado y que quizá el ventilador nos sirviera. Que lo traería a las 7 de la mañana del día siguiente.
Todos nos miramos y tratamos de asimilar y detener nuestros corazones que luego de la tan trepidante sacudida que nos dejó la remolcada, pasaríamos el resto del día en el medio de la nada. Pero esta “nada” era muy cómoda, ya que disponía de un restaurant full comida, televisión por cable, artículos de primera necesidad y baños con duchas con agua caliente y tan limpias como el mejor hotel. Lo único que opacaba el lujo, era la cantidad de polvo y más polvo que constantemente nos envolvía y nos volvía a ensuciar. No importaba lo mucho que nos limpiáramos, ya estábamos sucios otra vez. Los estornudos y la irritación en los ojos, nos fastidiaban.
Después de darnos cuenta que ya nada más podíamos hacer, los estómagos comenzaron a gruñir con el olor proveniente de la comida. Mientras nos degustábamos el almuerzo, les hice ver a los chicos que aunque todo parezca muy malo en un momento dado, la solución llegó sin buscarla. Que a pesar de habernos sentido tan desamparados unos minutos antes, frustrados y solos, ahora estábamos comiendo y riéndonos de la aventura. Dándonos ánimos unos a otros y consolándonos del día que nos esperaba.
Creo que puedo hablar por el resto de mi equipo y decir que siempre nos sentimos seguros y confiados de que nuestra aventura no tendría contratiempos de ningún tipo. Siempre confié en mi auto, tanto como puedo confiar en una persona equis. Siempre sentí un gran apoyo de mi sobrino, al que más que eso siempre fue y será “Mi primer Hijo”. Su madurez, su alegría, su orientación y su conversación, así como su compañía fueron las que me dieron el valor que había perdido el día de la partida. Sé que si él no me hubiera acompañado, me hubiera arrepentido al último minuto de hacer la travesía. En ningún momento dejó que su miedo a lo desconocido se reflejará más allá de su mirada, la que muchas veces yo buscaba y en silencio nos dábamos ánimos mutuos. Con bromas y risas superamos todo lo que se nos fue presentando.
No fue el día más entretenido, pero era parte de nuestra aventura y aunque las horas pasaron montadas en tortugas cojas. Llegó la noche y el frío, aunque durante todo el día, la gente nos miraba con extrañeza. Ya que todos paraban, comían y se iban, nosotros siempre estábamos en el mismo lugar. Camiones y camioneros, llegaban, se duchaban, comían y se acomodaban a dormir en sus gigantes y variopintos vehículos. Nunca falta alguien que te pregunta que pasa. Y junto a los primeros, comenzaron a venir todos los demás a admirar a Rosaguiver y sus integrantes. Ofreciéndose a ayudarnos, a llevarnos a un hotel y a cuidarnos si nos quedábamos a dormir allí. Compartimos cervezas y Aníbal hasta se vió un partido de futbol con los camioneros. Nos dieron información de rutas y consejos, nos contamos historias mutuas. Ya el idioma no era una barrera para ninguno de nosotros. Y queda demostrado que aún queda “GENTE” en el mundo.
Luego de bañarnos y cenar. Montamos una de las carpas, inflamos dos colchones y allí durmieron Aníbal y Martín. Mónica y yo nos quedamos dentro del auto. Cuando ya yo creía que la paz de la noche me daría la inspiración para escribir en mi laptop, de repente apareció un tropel de chicas que estaban más emocionadas que si se hubieran sacado la Lotería al ver mi auto rosado. Me hicieron tantas preguntas y sacaron tantas fotos, me felicitaron y admiraron, que una vez más sentí que todo seguiría más que bien. El apoyo y cariño de la gente es un aliciente que no tiene precio, reconforta y eleva el espíritu.
Tan rápido pasó la noche como lento fue el día, y con el sol y el polvo, que nunca nos abandonó. Llegó Elio y el repuesto y en poco tiempo estábamos listos para partir. Creo que aunque pagué la reparación, no hay dinero que pueda pagar la gratitud y el alivio que sentí en ese momento para con este hombre desconocido que cumplió su palabra. “GRANDE ELIO”.
Nuevamente en la ruta, la alegría del equipo se filtraba por todos lados, cantando a coro nos despedimos del lugar, yendo a unos 20 kms. adelante a la ciudad de Sonora, donde Elio nos recomendó que pasáramos a un electroauto para que nos colocara un nuevo relé que el no tenía. Consejo que seguimos y en menos tiempo del que pensamos, todo quedó listo para seguir camino.
Mi madre siempre me decía que hay momentos en que las cosas se dan por una razón, y les hice ver a los chicos que el que se nos dañara el auto, era una señal de que debíamos detenernos ese preciso día. Estoy segura que así era……..

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Los Campos de la Michelin

DIA: DOMINGO 07-09-2008
TRAYECTO: RONDONOPOLIS – SONORA
HORA SALIDA: 8:30 AM
KMS. RECORRIDOS: 148 kms.
TIEMPO: SOLEADO
CARRETERA: BUENA


Rosaguiver opina:

A pesar de que todo me fue revisado y encontrándome 10 puntos, pues tampoco soy infalible y los años no pasan en balde. He tratado de ser lo suficientemente fuerte y ágil a pesar de todo lo que llevaba a cuestas y sin poder evitarlo algo que no pude controlar, entre tanto traqueteo, sube y baja, caminos de tierra y golpes de viento, quince días de rodar y rodar sin parar. Hasta yo necesitaba un descanso, quise evitarlo y aguanté lo más que pude, esforzándome por no dejar a mi ama y sus chicos en medio de la nada.
Hice de vista gorda cuando comenzamos a pasar huecos y huecos, algunos medio rápido para mi gusto. No pinché ni una sola vez ninguno de mis zapatos, no me quejé cuando otros me guiaron con poco afecto para subirme y bajarme de la balsa. Me usaron de ropero, de caja de herramientas, todo lo metían dentro, de colgador de ropa, mesa y lo que fuera necesario. Luego me pasaron por un camino que madre mía, si no se me aflojaron todos los tornillos, es por que estaban de más de apretados. No me quejo, ehhh… Después me lavaron y me ordenaron. Los chicos pudieron divertirse en el asiento de atrás jugando y cómodos todos siempre viajaron. No sé si otros autos se portarían tan bien como yo y con la edad que tengo. Al menos me fotografiaban en todos lados, así que también soy famoso fuera de mi país de origen.
Casi, casi no se dan cuenta que ya había dejado de funcionar el ventilador, alborotados como estaban viendo los camiones y el polvo que se metía por todos mis recovecos. Supongo que siempre hay algo superior que los humanos llaman casualidad que los impulsó a pararse a sacarme una foto y ahí se dieron cuenta de que algo estaba mal en mi. Por lo menos iba a descansar todo un día, ja…..
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Hay momentos en que por tu mente pasa un pensamiento que te indica con fuerza que no hagas algo en particular. Desde que Rosaguiver comenzó a lloriquear que algo le dolía, mi intuición me decía que parara y buscara la manera de curarlo. Pero también trataba de no mostrarme preocupada en demasía para no asustar a los chicos. Al llegar a Rondonópolis, bien podíamos habernos quedado en el hotel, o salir en un taxi a conocer la ciudad y esperar al lunes para arreglar el auto. Pero tanto los chicos como yo, sentimos una vez más que en el camino estaríamos seguros. Era domingo y pensamos que la ruta estaría un poco más despejada y podríamos avanzar bastante. Cosa que no pasó, era el día de la Independencia en Brasil y había tanto tráfico como cualquier otro día. Más que nada los camiones, ya habíamos perdido la cuenta de cuantos pasamos y nos pasaron. Con todo tipo de carga, color y modelo. Nos habían comentado que pasaríamos por los campos de la Michellin, que nos daríamos cuenta por el color de los árboles con un intenso verde después de pasar los campos de caña de azúcar. Pero pasaban y pasaban los kilómetros y nada. Los paisajes eran hermosos, como los que uno ve en los cuadros y fotos y siempre piensas que son irreales, que los inventó el pintor. Pues uno siempre cree que tanta belleza de la naturaleza es imposible.
Pero como decía mi papá, la realidad supera la ficción. No hubo un momento de nuestro viaje en que no nos pareciera maravilloso todo lo que nuestros ojos podían abarcar. El día estaba de un clima inmejorable, sin mucho calor, pero muy despejado, especial para viajar. Aún no había llegado la hora en que gruñen los estómagos y se hizo fácil rodar. Siempre controlando la temperatura de Rosaguiver o cualquier señal que me hiciera saber que algo andaba mal. Todo estaba bien, entre comillas….
De repente, a lo lejos se comenzó a ver una gran extensión de árboles muy verdes y tan parejitos, que ni con regla los hubieran colocado mejor, supimos que esos eran los famosos campos de caucho con que se fabrican los neumáticos Michelin, de una extensión de 15 Kms de largo por 45 Kms, hacia campo adentro. Enfrente, del otro lado de la ruta, incontables plantaciones de caña de azúcar. El contraste de colores tan magnífico, que aunque sabemos que está la mano del hombre de por medio. Solo la naturaleza puede dar ese verde intenso de las hojas de los árboles sobre la tierra roja y por el otro el amarillo de las cañas, sombreado con el azul de un inmenso cielo.
Seguramente nos parecíamos a los niños de las tiras cómicas, con nuestros ojos grandes tratando de que nada se perdiera de nuestra vista y la boca abierta haciendo un coro de cuatro voces de ¡Ohhhh! Buscando plasmarla en un momento eterno en nuestra memoria.
Aníbal con la video cámara buscaba que esos momentos tuvieran un respaldo adicional en nuestra aventura. Tan absortos estábamos en el paisaje que apenas nos dimos cuenta cuando llegamos a una gran cola de camiones y que no llegábamos a ver cuan larga era. Obviamente nos situamos en último lugar. Una pequeña mancha rosa, chiquita como una perlita en medio de gigantes. No estuvimos más de 3 minutos cuando se nos acercó un camionero brasilero y nos explico que podíamos adelantarnos tomando una calle que bordeaba la ruta, ya que eran aproximadamente 12 kms, de cola de camiones. Y que eso se debía a que en ese punto adelante hay un control fiscal de los camioneros, pero que nosotros no necesitábamos chequear allí.
Así que manos a la obra y comenzamos a rodar paralelos a la ruta, asombrados de ver que no había ni un pequeño lugar por donde pasar entre los camiones, por la ruta no se podía transitar, ya que ellos ocupaban el lado derecho, algunos apenas tocaban un poco del hombrillo o banquina. Y por el lado contrario que no estaba obstruida pasaban los camiones que venían en sentido contrario y no era precisamente despacio. No te daban tiempo siquiera a buscar donde apartarte si elegías circular por allí.
Calculamos que eran más o menos unos 1200 camiones, dentro de los cuales tres o cuatro coches que tuvimos que buscar por el lado alterno para pasar o sino quedarnos todo el día en la cola. Era domingo y día de la Independencia, lo que hacía que ese punto de control fuera lento. Todo formaba parte de nuestra aventura, ya que al principio el camino era asfaltado pero duro muy poquito y pasamos a uno de tierra muy seca y con mucho polvo que también pronto se acabó y no sabíamos por donde salir. En eso nos dimos cuenta que algunos camiones se estaban moviendo y saltamos rápidamente a la ruta, hasta que se paró nuevamente la cola. En este punto tratamos de circular por el hombrillo lo más que nos dejaban los camiones. Viendo que los camioneros y sus acompañantes nos saludaban y se reían de nuestro Rosaguiver. Por supuesto no faltaban palabras de aliento y hasta aplausos.
No fue fácil este pequeño tramo, pero si muy divertido, volvimos a sortear por donde pasar y encontramos que había otro camino de tierra del lado izquierdo y hacia allá nos fuimos, pero este tenía más polvo aún, y que como nosotros no podíamos ir demasiado rápido por los huecos, los pocos coches que nos pasaban nos inundaban de una nube de polvo rojo que nos impedía siquiera ver por donde íbamos. El vidrio trasero se convirtió en rojo y entre nosotros el polvo, ni cerrando los vidrios podíamos impedir que este entrara. Entre tantos recovecos de Rosaguiver se filtraba y nos invadía pintándonos a todos de un hermoso y nuevo color de piel. Ni hablar de que también comenzaron a oirse los estornudos y las toses.
Con todo y esta dificultad, nos estábamos divirtiendo de lo lindo, supongo que hasta Rosaguiver, pues no daba muestras de que se sintiera mal. Cuando vislumbramos el final de la tan larga cola, al llegar al famoso puesto fiscal, se oyó el coro de voces que gritaron “!al fin!”. Creo que este trayecto de apenas doce kilómetros nos habrá tomado una hora. Iba yo a seguir, emocionada por el asfalto libre de obstáculos, cuando se me ocurrió que debíamos parar y tomarnos una foto todos llenos de polvo. Así que a menos de un kilómetro del puesto me orillé en una saliente al borde de la ruta.
Todos nos bajamos a observar como había quedado Rosaguiver inundado de polvo rojo que hacía un hermoso contraste con su piel rosada, cuando me percaté de que no funcionaba el electro ventilador. Avisé a Aníbal y nos dispusimos s ver que le ocurría, con la no tan grata sorpresa de saber que se había quemado, estaba trancado y echando humo por los cables.



martes, 21 de octubre de 2008

Que llueva, que llueva, la vieja esta en la cueva!!!!


DIA: VIERNES 05-09-2008
TRAYECTO: CACOAL - CACERES
HORA SALIDA: 8:00 AM
KMS. RECORRIDOS: 787 kms.
TIEMPO: SOLEADO, TORMENTA ELECTRICA
CARRETERA: BUENA

Todos nuestros días tenían un promedio de 400 a 500 kms. Pero basándonos en las recomendaciones de los amigos de Brasil, este día debíamos apretar un poco el paso para poder llegar a una ciudad segura. Puesto que a mitad de camino nos tocaba bordear la frontera de Bolivia. Los consejos decían que no parásemos a dormir en ninguna de estas ciudades para evitar peligros como robos de autos o pertenencias. Más era la ruta la que marcaba la pauta de lo que podríamos recorrer. Bien fuera por tráfico, tiempo o estado de carretera. Cada día al arrancar el siguiente tramo, todos en unión, leíamos una oración que nos fue entregada en Venezuela por un familiar. Cosas de creer o reventar, cada oración conjugaba perfectamente con lo que nos acontecía en el día.
Salimos más temprano que de costumbre para poder aprovechar, la ruta estaba bien, el tráfico bastante fuerte de camiones, estos dificultaban nuestro avance, ya que con tanto peso como traíamos, adelantarlos era una proeza. Camiones de 20 metros de largo, en subida y Rosaguiver a toda máquina, había que calcular bien el momento. Buenas rectas o bajadas largas que nos dieran impulso adicional. Si no, pasábamos hasta 10 o 15 minutos detrás de estos larguísimos camiones.
Ya llevábamos más de la mitad del recorrido planificado cuando una tormenta eléctrica bestial, me obligó a parar en una estación de servicio en Vilhena y esperar que escampara. Ya presentíamos que llegaríamos de noche a la próxima ciudad. Y como la lluvia fue una fiel compañera en nuestro viaje, hicimos como la canción, esperamos a que la vieja se fuera a la cueva para seguir rodando.
Como siempre hay un ángel salvador, un señor que nos cruzó en varias partes de la ruta se nos acercó y ofreció ayudarnos. Un argentino residenciado en Brasil, el Sr. Mario y su esposa, nos brindó unos cafés, nos ayudó a conseguir un buen hotel, barato y cómodo. Y como adicional también nos dio recomendaciones de ruta que siempre nos venían como anillo al dedo.
Fue el día que más kilómetros hicimos en Brasil, así que cuando llegamos al hotel, la comida nos la trajeron a la habitación, pudimos comunicarnos con nuestras respectivas familias y algún que otro amigo conectado al Messenger.
Aníbal y yo trazamos la siguiente ruta, en la que siempre estando todos de acuerdo, decidíamos a que hora partiríamos y cual sería la próxima ciudad a la que llegar.

Rodar y Rodar



DIA: JUEVES 04-09-2008
TRAYECTO: PORTO VELHO - CACOAL
HORA SALIDA: 8:35 AM
KMS. RECORRIDOS: 496 kms.
TIEMPO: SOLEADO Y CALUROSO, VIENTO CRUZADO
CARRETERA: 80% BUENA,
20% EMPARCHADA



En esta tercera etapa de nuestro viaje, mejoró muchísimo la carretera. Ya no veríamos más tramos de tierra o con inmensos huecos, pero estos fueron suplantados por los vientos fuertes, los caminos de sierra y la cantidad innumerables de camiones y camiones que pasamos y nos pasaron, en ambos sentidos en los siguientes 2800 kms de ruta que nos precedían.
Adoptamos una rutina de actitud y viaje, que todos respetábamos y hacíamos con alegría y entusiasmo. Al llegar a cada ciudad que previamente habíamos marcado en nuestro itinerario a realizar por día. Era localizar un hotel cerca de la ruta, pero que tuviera las necesidades que nosotros queríamos. Como, estar juntos los 4 en una sola habitación, tener Internet, garage y comida cerca. Y por supuesto que fuera económico dentro de lo respetable. No sé si teníamos suerte o algo supremo nos guiaba siempre a lograr estas metas. Nunca tuvimos que preocuparnos mucho o dar muchas vueltas hasta encontrar lo necesitado. Cada llegada a los hoteles era una fiesta particular, quien iba primero a la ducha, quien usaba primero la laptop, que comeríamos. Aparte de respirar hondo y decir, hemos logrado otro tramo más sin contratiempos, mi tranquilidad de tenerlos a todos sanos y salvos, era mi mejor descanso.
Quizá por sentirme responsable de la vida de todos, manejé la mayor parte del tiempo. Aníbal también contribuyó, pero el solo traerlo conmigo, me daba más fuerza y confianza. Partíamos lo más temprano que podíamos para aprovechar las mejores horas, por lo que siempre arrancaba yo y dejaba que los chicos durmieran. Después del mediodía y si la ruta se veía tranquila, le pasaba el volante a Aníbal para yo relajarme un poco.
No en todas las ciudades que llegábamos teníamos oportunidad de salir a conocer, más que nada era descansar. Al llegar a Cacoal, que fue realmente temprano, hasta en la piscina pudieron los chicos echarse un chapuzón y luego caminando fuimos a cenar, mirar tiendas y charlas con la gente.
Muchos en Venezuela, mis amigos y familiares, nos preguntaban como hacíamos con el idioma. Puedo asegurarles que fue más fácil de lo que pensamos, así como divertido y placentero. Aprendimos rápidamente a comunicarnos y hasta charlar, hacernos entender y reírnos con los chistes de la gente. Obviamente, Rosaguiver marcaba la pauta donde fuera que llegáramos, la gente siempre se acercó con amabilidad y respeto a pedirnos permiso para fotografiarnos o filmarnos. Y a su vez conocer la historia que marcaba nuestro viaje. En la ruta nos pitaban y nos saludaban dándonos ánimo. Fue siempre muy alentador saber que estábamos apoyados y cuidados.
Tampoco todo siempre fue rosas, dentro del espacio reducido en el que día a día recorríamos kilómetros tras kilómetros, se presentaron peleas y discusiones entre los chicos, alguna que otra vez se enojaban y hacían caprichos. Más que nada Martín se ponía difícil y enojado se quedaba dormido. En cambio Mónica tenía días de mutismo total y melancolía. Aníbal siempre estuvo de buen humor y conversador, nos entreteníamos charlando miles de cosas.
Otro día más de viaje tranquilo y un buen lugar donde pernoctar con comodidad.